Tenía apenas 15 años cuando escuché por primera vez la canción «Decisiones» de Aldo, y me llegó tan dentro que enseguida me enamoré de su arte. Vivíamos cerca y me lo encontré varias veces en el parque Acapulco de Nuevo Vedado [La Habana], siempre con su grupo, todos serios, pero a la vez amables. Pasamos varios ratos agradables dando chucho entre el piquete y hablando mierda del gobierno.


Tiempo después me marché del país, y llevé conmigo las canciones copiadas en un USB pues temía no poder recuperarlas. Pensaba que en Estados Unidos no tendría acceso a la música urbana cubana; pero, todo lo contrario, pude encontrar muchísimas canciones más, incluyendo el disco Los caballeros con la colaboración de Silvito El Libre, otro grande del rap cubano.

Pasan años y tengo la oportunidad de asistir a su primer concierto en Miami, donde fui entrevistado afuera del local por Univisión; salí por la tele y guardo ese fragmento en mi celular.


Fue una noche inolvidable, pero no tan grande como el segundo encuentro, cuando en medio de otro concierto Aldo para la música y dice: «Caballero, no quiero confirmar nada todavía, pero me acaban de decir que se partió el Fifo». De más está contar la reacción de aquel público enérgico que escuchaba sus canciones por su arte contestatario […]. Pero, si la fiesta dentro fue grande, afuera fue mayor aún; imagínate, el local quedaba justo en la calle Ocho de Miami, lugar históricamente conocido por todos los cubanos: solo se escuchaban los carros pitando, las cazuelas sonando y una alegría colectiva increíble. Es así como recuerdo esos dos conciertazos, que no fueron los últimos.





En 2016 me introduzco en el mundo de la fotografía y logro comunicarme con Aldo. Ya estaba viviendo en Tampa, en su nueva casa, y fui a pasarme un fin de semana con él para crear contenido para sus próximos discos y videos. Me acogió como siempre. Un abrazo, una sonrisa, un poco de chucho por los cambios físicos de los años y, para rematar, me dio tremendo palo jugando basketball en su garaje.

Luego pasamos por casa de Silvito El Libre, a quien por razones de idioma ahora llama «El Free». Descargamos un rato en «La Cueva», nombre del nuevo estudio. Ese fin de semana tuvieron su primer concierto en Tampa, en La Giraldilla, pequeño local con una tarima. Quizá no el stage favorito para muchos artistas, pero para gente como ellos, underground, el mejor, porque los que están ahí son los que realmente desean estar ahí contigo. Pasamos una noche genial. Sacamos fotos buenísimas, pero aún no quería regresar a Miami.


Esperaba hacer más fotos. Al siguiente día en la mañana nos montamos en el carro, rolleamos un buen blunt y fuimos a un lugar cercano que tenía grafitis de héroes mambises cubanos como Martí, Agramonte y Maceo.





En el 2018 me mudé a Tampa, a unas cuadras de Aldo. Por supuesto, surgieron desde entonces muchas más fotos y videos. Y, sobre todo, momentos agradables y canciones únicas que vivirán por siempre en mí.



(Texto y fotografías por Yerson Pedraza).