julio 2, 2025

Puzles de la memoria: sobre la obra de Sergio Chávez Bonora

Las piezas de Sergio Chávez Bonora parecen hundirse en la pared. Sus personajes sin rostro, mas no sin expresión, deambulan por cuatro esquinas, en silencio.
Sergio Sánchez Bonora / Su obra 'Despedidas'
Sergio Sánchez Bonora / Su obra 'Despedidas' (Imágenes: Gastón de Cárdenas - El Nuevo Herald / Revista Insularis)

Tengo en mis manos una pieza de Sergio Chávez Bonora (La Habana, 1965). Es pequeña: un reducido rectángulo en donde los lápices de color rojo, azul, naranja, verde, se extienden en franjas planas hacia el otro extremo de la página. Es un cuatro-esquinas donde una mujer vestida de blanco se asoma a la puerta; en el otro extremo, la silueta bigotuda de Martí. El título: Anamely y Martí. Es cierto que no hay tensión melodramática más allá del título, sabiendo que la pieza se realiza durante el acuartelamiento de San Isidro. Creo que no hay nada más distinto a las imágenes que veíamos continuamente durante esos días que esta pieza de Sergio. Su color es puro y lleno de luminosidad; toda sensación de espacio y profundidad viene de esos planos superpuestos de las cuatro esquinas. Es una imagen callada: nadie grita, gesticula o tira la puerta. La Policía y los vecinos están totalmente ausentes. Si no supiéramos la historia detrás de esas cuatro esquinas calladas, quizá pudiéramos aún intentar la sublimación de ese recuerdo. Pero mientras miro esta imagen mi mente solo me pide olvidarme de todo, vaciarme en ese silencio de calles vacías.

Anamely y Martí, obra de Sergio Chávez Bonor
Anamely y Martí, obra de Sergio Chávez Bonora (Cortesía)

Las piezas de Sergio, pequeñitas, todas parecen hundirse en la pared. Es el espacio restringido de la memoria callada donde las imágenes se suceden en una suerte de teatro de pantomimas. Sus personajes sin rostro, mas no sin expresión, deambulan por las cuatro esquinas, en silencio. No hablan entre sí, no chocan, parece que no ven más allá de los vericuetos de calles entrecortadas. En una extraña transmutación de almas todos parecen Uno y Múltiple. Caminan por la calle, se sientan en el Malecón, se dejan arrastrar con letrinas blanquísimas en plena vía pública; sin embargo, a pesar de aparentemente convivir en lo abierto de la calle todos se mueven como en un espacio interior. Las cuatro esquinas transcurren en el interior de un cuarto de Centro Habana. Y quizá por esa razón es que la combinación de interior/exterior público/privado aparece tan porosa en las obras de Sergio. Estos personajes que trasmutan, que añoran, que bailan solos en improvisados tutús, todos deambulan en silencio. No me atrevería a decir si viven o recuerdan, y memento, ergo sum, “porque recuerdo, existo”, parecen decir. Yo sé que la de Sergio es una nostalgia sin drama, pero ¿acaso hay algo más melodramático que la memoria, que la facultad y la práctica diaria de recordar?

La idea de la imagen puzle, la imagen rompecabezas, es una asociación ya clásica en el arte contemporáneo a través de artistas como Félix González Torres, donde la foto de familia fraccionada se convierte en el espacio prototípico de la memoria desecha, inalcanzable. En el caso de Sergio, las imágenes rompecabezas recobran el valor de juego inocente, yo las miro y pienso que pudieran armarse de formas distintas, como si cada una abriera de por sí un pasaje a la reconstrucción de un mito cotidiano (cambiarse de ropa, bañarse, sentarse a la mesa). Cada una funciona como un pequeño espacio arquetípico, donde el paso de una habitación a otra podría multiplicarse al infinito. La memoria o el recuerdo es un acto que transcurre en el presente y a veces poco o nada tiene que ver con los sucesos del pasado. Sobrevive un olor, una sensación de frío o calor en la piel, un gusto agridulce en el paladar.

Obra de Sergio Chávez Bonora
Obra de Sergio Chávez Bonora (Cortesía)

El interior de una casa en Centro Habana con paredes coloridas, mediopuntos y losetas vibrantes de decoración geométrica es el espacio que yo recuerdo cuando me dejo perder en los cuadros de Sergio. Todo parece un prop de escena, pero es real, palpable. Los sentidos nos engañan. Yo también he visto y sentido esas losetas frías en medio de los calores habaneros. Hay que tirarle las cartas al gato para escaparse de esta encerrona de la memoria. El azar se asoma en estas pequeñas composiciones de juguete. Ahora que lo pienso, las obras de Sergio también me recuerdan, y con mucha más hondura, las composiciones constructivas de Joaquín Torres García, otro artista que jamás perdió la capacidad de juego. Esto es, la capacidad de convocar al Universo en unos cuantos planos superpuestos. La diferencia radica en que, para Sergio, el Universo se conjura al interior de una casa en Centro Habana, donde parece que no pasa nada, nadie se mueve, nadie habla ni susurra; se mira con indiscreción y nada más. Hay que tirarle las cartas al gato y esperar, no queda otra.

Obra de Sergio Chávez Bonora
Obra de Sergio Chávez Bonora (Cortesía)

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María de Lourdes Mariño Fernández

Profesora y curadora independiente de arte, actualmente Candidata a Doctora en Historia del Arte por la Universidad Temple en Filadelfia, donde se especializa en Arte Moderno y Contemporáneo desde Latina América y el Caribe incluyendo su diáspora.  Su experiencia como profesora incluye la enseñanza de Arte Global, Arte Latinoamericano y Caribeño, y Arte y Activismo en la Universidad de Temple, Delaware y Washington College en Maryland. Mariño fue profesora de crítica de arte entre el 2007 y 2015 en el Instituto Superior de Arte (ISA) en Cuba. Sus intereses de investigación se centran en el arte cubano desde 1980 al presente, fundamentalmente la historia del performance y video arte, donde cuestiona las políticas de producción y promoción desde Cuba y en sus diferentes comunidades de la diáspora. Mariño es también Inaugural Audrey Flack Short-Term Pre-Doctoral Fellow en el Smithsonian American Art Museum (SAAM) y la National Portrait Gallery (NPG) 2024.