MIAMI, Estados Unidos. — El 26 de marzo de 1931 fue la fecha adoptada en Vietnam como surgimiento de la denominada Unión Juvenil del trabajo, antiguo nombre que recibió la que luego se convertiría en Unión de Jóvenes Comunistas Ho Chi Minh.
El surgimiento de una organización con estas características en Vietnam no resultaba novedoso dentro del universo comunista. La mayoría de regímenes o fuerzas políticas de estas características siempre se han caracterizado por poseer un ala juvenil, que, según de donde sea, recibirá uno u otro nombre.
La creación de un frente de jóvenes comunistas también fue una premisa para Fidel Castro, consciente que el mantenimiento de su régimen pasaba necesariamente por el adoctrinamiento y entrenamiento de las nuevas generaciones.
En el laboratorio social ideado por el régimen de Fidel Castro, un militante de la UJC era poco menos que un ciudadano modelo, un “hombre nuevo” con todas las aptitudes intelectuales y morales para desempeñarse de mejor forma que quienes no portaban el carné.
Durante los últimos años, la UJC ha perdido el protagonismo de antaño. En ese sentido, aparece como una organización decadente de la cuál cada vez menos jóvenes quieren formar parte.
Si hace décadas atrás un carné de la UJC garantizaba beneficios y dádivas a aquella juventud “comprometida” con la Revolución, hoy puede hasta llegar a ser un problema si se tiene en cuenta que no son pocos los cubanos nacidos en los últimos 30 años que tiene como principal objetivo escapar de la isla caribeña.
El fracaso de la UJC y desmantelamiento progresivo de la Unión de Jóvenes Comunistas no es diferente al de los CDR, la FMC y otras. Se trata en todos los casos de organizaciones surgidas no para velar por los derechos de sus integrantes, sino para garantizar el control del régimen sobre los cubanos.
