LA HABANA, Cuba.- Miguel Betancourt Zaldívar es un albañil autónomo residente en Pinar del Río. Hace un año fue operado con rayos láser de cálculos en los riñones, pero, según describe, el procedimiento no tuvo el resultado esperado ni el seguimiento indicado, y padece de dolorosos cólicos renales, como el de la tarde del 28 de julio de 2020 al llegar del trabajo, contó a CubaNet.
Según Betancourt Zaldívar, inmediatamente se dirigió al policlínico de Consolación del Sur. Allí le pidió al médico que lo ingresara ya que los cólicos eran tan fuertes que a menudo le hacían perder el conocimiento. Pero en vez de eso, el clínico le prescribió una inyección de Duralgina y lo mandó para la casa. Ese remedio aparentemente no le sirvió de mucho, pues el cólico le duró toda la noche y fue tan intenso que al otro día no solo se desmayó, sino que llegó a perder el control de los esfínteres.
Ese día hubo que llevarlo con urgencia otra vez al policlínico, a donde llegó sin conocimiento y con fiebre alta, en un estado tan grave que fue trasladado inmediatamente en una ambulancia para el hospital viejo de Pinar del Río “León Cuervo Rubio”.
Allí estuvo ocho días semiinconsciente y al parecer amarrado, narró, pues durante un momento en que recuperó temporalmente la conciencia recuerda que sentía mucho dolor en manos y pies. Apunta que le pidió a una enfermera del salón que le quitara las ataduras, pues le hacían daño, pero ella, sin acercarse, se negó a incumplir las “órdenes del médico”.
Durante el período en cuestión Betancourt apenas recuperó la conciencia esporádicamente. Cuando volvió en sí, el 8 de agosto, se encontraba en el hospital nuevo de Pinar del Río “Abel Santamaría Cuadrado”, y ya tenía las manos y las piernas ennegrecidas e hinchadas, lo cual, además del dolor intenso y repentino seguido de entumecimiento, constituyen síntomas de gangrena.
En el Abel Santamaría no pudieron salvarle las piernas, y el 18 de agosto se las amputaron por debajo de las rodillas. En cuanto a las manos, lo mandaron para la casa con un tratamiento para ver si las podía salvar. Finalmente hubo que cortarle varios dedos. Miguel Betancourt fue abandonado a su suerte, y lamenta que no lo visitan los médicos, ni le han dado seguimiento. Tampoco recibe rehabilitación.
A nivel mundial la tendencia es emplear la sujeción mecánica cada vez menos, pues la restricción involuntaria de la movilidad, al constituir una violación de la libertad personal, puede acarrear implicaciones legales, amén de causar en los pacientes diversos traumas físicos y psicológicos como rozaduras, llagas, sensación de humillación, vergüenza, etcétera. Por estas razones debe ser aplicada con sumo cuidado y con el consentimiento informado del paciente, y de esto no ser posible, el de un familiar autorizado.
La sujeción mecánica se emplea, pues, como último recurso en los casos en que sea preciso evitar autolesiones y/o interrupciones del tratamiento, como por ejemplo pérdida de vías, esto es, para que el paciente no pueda quitarse sueros, sondas, transfusiones, sistemas de soporte vital, etcétera. Ahora bien, para implementar la sujeción se deben observar protocolos estrictos. Las ataduras de miembros largos deben hacerse en la zona más distal.
Todas las sujeciones se deben revisar cada media hora. Deben ser holgadas para que no se corte la circulación y su necesidad se debe reevaluar cada 8 horas. Cada 2 horas como mínimo hay que quitar las ataduras, ejercitar los miembros con movimientos amplios y cuidar la piel. Cualquier enrojecimiento o irritación cutánea debe ser comunicado y tratado de inmediato. Además, a la primera indicación de compromiso neurovascular como cianosis, palidez, piel fría, o si el enfermo se queja de hormigueo, dolor o entumecimiento (como fue el caso de Betancourt), inmediatamente hay que aflojar la sujeción y hacer que ejercite el miembro.
Este mecanismo se emplea por lo general en pacientes psiquiátricos o ancianos con demencia. En el caso de Betancourt, a pesar de estar inconsciente, es posible que lo hayan amarrado por presentar sacudidas y otros movimientos bruscos e involuntarios, lo cual no es raro en pacientes en su situación. Sin embargo, hay técnicas adecuadas para efectuar la sujeción previniendo quemaduras o lesiones por rozaduras, corte de circulación, etcétera, como dejar las ataduras flojas y revisar la coloración de la piel, especialmente si el paciente está inconsciente y por lo tanto no puede expresar si siente dolor o entumecimiento.
En Cuba no hay manera de hacer que los médicos y enfermeros responsables de la mutilación de Miguel Betancourt paguen por su mala praxis. Por supuesto que debe existir un registro escrito de qué profesionales estuvieron de guardia durante ese período, pero las autoridades del hospital difícilmente van a revelarlo. Por lo tanto, Miguel Betancourt Zaldívar no va a recibir indemnización. Este hombre, quien exceptuando su padecimiento renal era saludable y todavía capaz de trabajar durante, quizás, algunos años más, ahora ya no podrá ganarse el sustento como albañil. Víctima de la negligencia y la deshumanización del sistema de salud pública cubano, quedó condenado a subsistir con una incierta ayuda de 2000 pesos de la Seguridad Social, por demás sujeta al criterio del funcionario correspondiente, la cual no alcanza para hacer frente al brutal aumento del costo de la vida en Cuba.
Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 316-2072, también puedes suscribirte a nuestro boletín electrónico dando click aquí.