AREQUIPA, Perú.- Las festividades de San Juan, celebradas en la víspera de cada 24 de junio, eran una tradición popular entre los habaneros desde la época colonial hasta los primeros años del siglo XX. Cada 23 de junio un público numeroso proveniente de todos los barrios de la ciudad se congregaba en la Calzada de San Lázaro y los arrecifes del litoral habanero.
A partir de las cinco de la tarde coches de alquiler y particulares circulaban por la calzada, desde el café El Tiburón en el Paseo del Prado hasta la batería de la Reina, donde ahora está el parque Maceo.
En ventorrillos y casetas adornados con farolitos japoneses se vendían refrescos y golosinas. En las casas a lo largo de la calzada, se celebraban bailes hasta altas horas de la madrugada.
Aquellos que no lograban ingresar a las fiestas privadas se dirigían a las explanadas de los arrecifes y a los alrededores de las playas o baños populares en la zona.
Entre estos, los baños de San Rafael o de Romaguera frente a la calle Crespo, De los Soldados en Blanco, y los de La Madama, frente a Gervasio, eran particularmente conocidos y visitados por los habaneros. Destacaban también los baños de los Campos Elíseos, cerca de la calle Cárcel.
El punto culminante de las festividades de San Juan ocurría a medianoche del 23 de junio. Durante la tarde, grupos de personas construían pequeñas estructuras, castillos y barcos de madera, con muñecos que llevaban bombitas adheridas al vientre. Estas estructuras se destruían al encender la fogata a medianoche, creando gran algarabía y regocijo.
Los espectáculos incendiarios más destacados tenían lugar en las esquinas de las calles Galiano, Industria, Crespo y Cárcel, pero la celebración no se limitaba a los arrecifes de San Lázaro. Para alegría de los jóvenes, estos bailes callejeros se replicaban en muchos barrios habaneros.
La fiesta callejera continuaba hasta el mismo amanecer. Después de los bailes, muchos asistentes se dirigían a las pocetas para tomar un baño completo o al menos sentir el mar en los pies.
Similar a la creencia del primer aguacero de mayo, existía la tradición de que el baño de mar en el día de San Juan, que marcaba el inicio de la temporada de playa, tenía propiedades especiales diferentes al resto del año.
Esta festividad aún se celebra en la provincia de Camagüey.
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