CDMX, México.- Yadiuska salió el domingo a protestar con su madre Yanuris, y sus niños porque ya no pudo más. Ni ellas, ni las otras madres que gritaban pidiendo auxilio, como se ve en los videos, lo tenían planeado. No hubo, ese “líder”, que busca la policía, para que alguien pague el atrevimiento.
Ellas simplemente explotaron. Porque, como si no fuera suficiente vivir entre apagones y con escasa comida, también les quitaron el agua. El día que se lanzaron al camino de tierra que conduce a su comunidad, cumplían un mes y medio sin acceso al esencial líquido. Habían sobrevivido compartiendo entre todos el de las cisternas, las personas que tenían la posibilidad. Pero esa también se acabó. Y de pronto las 89 casas del poblado estaban secas. Por eso fue que movieron sus tanques plásticos y bloquearon el camino. Llevaban días vacíos y ya no tenían mucho que perder.
Yadiuska Domínguez vive en la comunidad Adriano Galano Cautín, conocida como La Favela, en el municipio guantanamero de Maisí. Es literalmente el fin de Cuba, si se mira el mapa de occidente a oriente.
Si la pobreza en el resto de Cuba es asfixiante, en la Favela se siente aún más cruda. Los productos de la canasta básica no los entregan periódicamente, ni siquiera el pan, el aceite o los frijoles. La comunidad vive de la recogida del café y lo poco que siembran. Entrar y salir de allí es una odisea. El transporte no llega a la punta del caimán.
“Nadie se acuerda de que estamos aquí. Un infierno es lo que estamos pasando. Solo los dirigentes viven”, cuenta Domínguez a través de Messenger.
En los mensajes que envía habla más calmada. Su voz se escucha distinta a la de la mujer desesperada que gritaba en las directas “nos están matando de hambre y sed”. La misma madre que le espetó a los policías “corruptos” cuando fueron a enfrentar a un grupo de mujeres y niños como si de una banda de delincuentes se tratara.
En estos tres días que han transcurrido desde la protesta la joven madre ha sido citada e interrogada varias veces por la policía local. Las autoridades del municipio de Maisí la han amenazado con apresarla y retirarle la custodia de sus tres niños (nueve, ocho y seis años).
“La voz mía es la que sale en los videos. Estaba tan desesperada, con tanta ira, que no paraba de gritar hasta que me quedé ronca”, cuenta la guantanamera.
“Me dijeron que que si subía más videos de la protesta, ellos iban a publicar cosas sobre mí. Me recalcaron que estaba cometiendo un delito y podía ir presa. Además que estaban vigilándome para si hacía algo, meterme a la cárcel, y que mis niños irían para la Casa de la Patria (un hogar de acogida).
En las imágenes de ese día se ve a una mujer que se desmaya en medio de la protesta después de implorar ayuda para ella y sus cinco hijos. Su nombre es Roilma Furones. A ella, junto a Yadiuska y su madre Yanuris se las llevaron para amenazarlas en la policía por ser los tres rostros más visibles del reclamo.
“Roilma tiene un hijo que cumple sanción de la casa al trabajo. Le dijeron que como castigo por lo que ella hizo podían meterlo preso a él. Mientras que a mí mamá le metieron miedo con que la encerrarían en una celda oscura. Eso nos lo dijo un coronel”.
Setenta y dos horas después, poco ha cambiado en la Favela, salvo que les llevaron pipas de agua y llovió. Pero el hambre, el agotamiento y el hartazgo siguen ahí.
Yadiuska no sabe si será cierto o es un espejismo más; pero en el poblado se comenta que van a hacer arreglos porque Miguel Díaz-Canel los visitará.
