MIAMI, Estados Unidos. – Un trabajador de la compañía rusa Rosneft aseguró a la prensa de su país que un viaje a Cuba por cuenta propia puede ser “muy costoso” y que, sobre todo, exige convivir con las marcadas diferencias entre un “paraíso para turistas” y la precariedad que enfrentan los cubanos en su día a día.
El turista, que optó por no identificarse, visitó Cuba en los primeros días de noviembre de este año gracias a un programa de Rosneft que ofrece viajes casi gratuitos a sus trabajadores.
De acuerdo con su testimonio, “cuando te encuentras allí [en Cuba] por primera vez, te sorprende, como si hubieras aterrizado en un tipo de Unión Soviética tropical: viejos autos soviéticos y europeos, escasez y productos por libreta”.
El visitante notó que, mientras en los restaurantes turísticos abundaban platos como langostas y quesos exquisitos, “los cubanos apenas tienen acceso a esa comida”.
Según relató, Cuba vive “bajo el mismo eslogan revolucionario desde hace más de 50 años: Patria o Muerte”, pero con carencias en casi todos los ámbitos: “Los salarios rondan unas pocas decenas de dólares al mes y artículos como un paquete de pañales pueden llegar a costar 45 dólares”. Añadió que en los supermercados para locales “puede haber un solo producto en los estantes; es algo muy común por allá”, dijo, mientras que los comercios exclusivos para el turismo suelen estar mejor surtidos.
El viajero ruso también percibió el impacto de la economía centralizada: “Todo lo que hay para turistas pertenece al Estado y quien intenta abrir su propio negocio debe ceder el 51% a la administración pública”, aseguró. Esto impulsa la actividad en el mercado informal, ya que “mucha gente se dedica a la venta de souvenirs, organización de excursiones, prostitución o venta de drogas, pese a que las condenas en Cuba pueden llegar hasta 30 años de cárcel”.
El turista también precisó que se encontraba en la Isla durante el paso del huracán Rafael por el occidente del país y que lo tuvieron que mudar a otro hotel porque el suyo “se quedó sin electricidad ni internet”.
Las críticas de turistas rusos a la situación de la Isla son comunes en la prensa del país asiático. En mayo de este año, Elena Liseykina, una turista rusa que pasó 16 días en Cuba, aseguró en un artículo de su blog personal que había gastado aproximadamente un millón de rublos (unos 13.500 USD) durante su viaje y que no pensaba volver a la Isla.
Entre las limitaciones que enfrentó, asegura que en su hotel no había facilidades para preparar té, una bebida que consume a diario.
También lamentó la falta de esfuerzo percibida en los servicios recibidos en la Isla: “En Cuba tienes que dar propina primero y luego esperar que te pongan una toalla limpia en la habitación. Y a veces ni siquiera aparece”.
También aludió a un incidente en un restaurante de cinco estrellas donde el agua servida tenía un insecto flotante. “Me advirtieron que no esperara mucho en términos de servicio, pero nunca imaginé cosas como estas”, dijo.
Liseykina concluyó que aunque la Isla tenía “un encanto único”, los problemas prácticos y la actitud de los servicios le impidieron disfrutar plenamente de su estancia. “Me gustó el ambiente pintoresco de la Isla y los autos americanos antiguos, pero el desinterés local y la falta de ganas de hacer un esfuerzo fueron muy decepcionantes”, lamentó.
La Asociación de Turoperadores de Rusia (ATOR) informó, citando al Ministerio de Turismo cubano, que el flujo de turistas de Rusia a Cuba en 2023 aumentó 3,4 veces en comparación con los 184.800 rusos del año anterior, superando así el récord previo a la pandemia.