LA HABANA, Cuba. – La próxima Conferencia Cumbre entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (UE-CELAC), a celebrarse en Bruselas entre los días 17 y 19 de julio, se propone tratar una amplia gama de temas, casi todos relacionados con la relación entre ambos bloques de naciones. Según algunas fuentes cercanas a los preparativos de la Cumbre, el tema de los derechos humanos también estará presente en la agenda de las discusiones.
De ser así, sin dudas, el asunto debe de despertar la preocupación de regímenes como los de Cuba, Venezuela y Nicaragua, sitios donde el respeto de los derechos humanos constituye una asignatura pendiente.
Ya han salido a la palestra indicios de inquietud por parte de la maquinaria castrista del poder. Primero fueron los representantes de la supuesta “sociedad civil” pro gubernamental quienes se quejaron al no haber recibido la autorización para estar en Bruselas. Claro, esa turba castrista pretendía realizar en la capital belga los mismos desórdenes y mítines de repudio con que han boicoteado otros eventos de este tipo.
Más recientemente el canciller Bruno Rodríguez Parrilla ofreció declaraciones a la prensa en las que manifestó su preocupación por las que calificó como “acciones de la parte europea que podrían hacer peligrar el éxito de la reunión”.
El funcionario castrista se refirió, entre otras cosas, a “aquellos que intentan imponer una visión sesgada y europeísta en la relación birregional, pretendiendo ignorar las prioridades e intereses de nuestra región”.
No es difícil advertir en las palabras del señor Parrilla la intención de contraponer las prioridades e intereses de América Latina a las aspiraciones de la Unión Europea. Y en voz de uno de los representantes de la izquierda totalitaria latinoamericana, esa pretendida contraposición podría ser extensiva al tema de los derechos humanos.
Y aquí cabría la siguiente interrogante: ¿acaso existe una visión europeísta y otra latinoamericana de los derechos humanos? Es casi seguro que el canciller castrista y otros de su ralea respondan afirmativamente. Para ellos los derechos humanos se circunscriben a una supuesta defensa de las condiciones socioeconómicas en que se desenvuelven las personas. Condiciones que, no obstante, en la práctica esos regímenes se hallan lejos de poder garantizar.
Entonces, la respuesta a la interrogante que más se acerca a la verdad debe ser negativa.
Porque los derechos humanos son universales e indivisibles. Tan importantes son las libertades individuales (de expresión, sindicalización, prensa, asociación) en Bruselas y Madrid, como en La Habana, Caracas y Managua.
Y en consecuencia debe ser condenable el irrespeto a esos derechos en cualquier parte.
Ahora la cita de Bruselas tiene lugar en momentos en que la triada latinoamericana violatoria de los derechos humanos no da señales de mejorar su conducta con relación a tales derechos. En Cuba se mantienen en la cárcel los manifestantes de julio de 2021; en Nicaragua continúa la represión contra sacerdotes y otros opositores al gobierno sandinista; y en Venezuela el chavismo inhabilita políticamente a opositores, como ha sido el caso de María Corina Machado.
Nadie podría asegurar la presencia en Bruselas de Miguel Díaz-Canel, Daniel Ortega y Nicolás Maduro. Los gobernantes como ellos, con frecuencia, evitan asistir a citas donde podrían ser cuestionados. En esos casos acostumbran a enviar a funcionarios subalternos. Los cubanos tenemos el precedente de las ocasiones en que Fidel Castro se ausentó de reuniones en que su presencia no iba a resultar en nada cautivante.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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