El “chavito” cubano: la historia de principio a fin

El “chavito” cubano: la historia de principio a fin

Muchos cubanos le decimos “chavito” al CUC recordando aquellas postalitas que se entregaban a los extranjeros residentes en Cuba a cambio de divisas convertibles

Pesos cubanos convertibles o CUC de varias denominaciones (Foto: Internet)

El anuncio del próximo “ordenamiento monetario” con la consiguiente circulación única del peso corriente cubano, el CUP, ha potenciado las especulaciones del pueblo.

Marino Murillo Jorge, jefe de la Comisión de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos del Partido Comunista de Cuba, asegura que el peso convertible (CUC) no va a perder su valor actual de cambio. Sin embargo, no pocos dueños de negocios particulares han adoptado la práctica de rechazar el pago en esa moneda.

Muchos cubanos coinciden en que llamar “peso convertible” a esa moneda ha sido un eufemismo, pues su convertibilidad se reduce al ámbito de nuestro territorio. Por eso, cuando viajan al extranjero tratan de adquirir la mayor cantidad posible de dólares o euros, pues tanto el CUC como el CUP son inefectivos fuera de nuestras fronteras. No podía ser de otra forma teniendo en cuenta el calamitoso estado de la economía cubana.

Las palabras de Marino Murillo Jorge asegurando que los depósitos en CUC y el valor de cambio actual de dicha moneda serán respetados tampoco han impedido que muchos ciudadanos hayan ido a los bancos con el objetivo de vaciar sus cuentas para tratar de adquirir la moneda del “enemigo imperialista”, porque aquí, como dice el pueblo, nunca se sabe qué va a pasar.

Desde 1994 hasta hoy –y creo ser benevolente al tomar como referencia ese año- ambas monedas no son más que meras representaciones de papel, cuyo valor de cambio con respecto a las monedas extranjeras es totalmente ficticio. Sólo a los dirigentes del castro comunismo puede ocurrírseles que 1 CUC es igual o superior a 1 USD si tenemos en cuenta que desde hace más de veinte años la economía cubana ha permanecido constreñida en raquíticos crecimientos de su PIB.

Es por eso que muchos cubanos le decimos “chavito” al CUC, recordando aquellas especies de postalitas que se entregaban a los extranjeros residentes en Cuba a cambio de divisas convertibles para que compraran en tiendas a las que sólo ellos tenían acceso.

El “chavito” fue el antecedente del CUC, que comenzó a socializarse a partir de 1994, cuando Fidel Castro autorizó que el dólar estadounidense circulara libremente por el país, una medida para atraer el flujo de esa divisa a la maltrecha economía castrista, pero que a la larga -como otras de las “genialidades” del comandante- terminó siendo un obstáculo.

Pero en honor a la verdad, la creación de la controvertida moneda no fue una idea original de Fidel Castro.

El token azucarero, antecedente del “chavito”.

Según el texto Las fichas azucareras de Cuba, de Jorge Emilio Gonzáles (sic), que puede ser consultado en Internet, el token es una pieza generalmente metálica, pero también puede ser de madera o baquelita, aunque también existió el de papel.

Su función era equivalente a la del dinero en áreas de los centrales y plantaciones cubanas vinculadas con la producción azucarera. Los propietarios de esos enclaves pagaban a los trabajadores con esas fichas, que solamente tenían valor en sus posesiones. Los trabajadores se veían obligados a comprar con ellas en los establecimientos de esos propietarios, quienes de esa forma obtenían pingües ganancias.

Aunque en el mencionado artículo el autor asegura que esas fichas circularon en Cuba hasta 1909, fecha en que fue promulgada la Ley Arteaga, varios numismáticos consultados por CubaNet aseguran que no fue ciertamente así. Hay quienes afirman que esas fichas fueron utilizadas por varios terratenientes -entre ellos Ángel Castro- hasta mucho tiempo después.

Cierto o no ese interesante detalle, todo indica que la creación de los “chavitos” y el posterior peso convertible tienen su antecedente en el token azucarero cubano y guardan estrechas relaciones con él. Si nos atenemos a las circunstancias históricas, apreciamos que el token solo valía en las fincas de los dueños que lo emitían. Lo mismo ocurre con el CUC, con la diferencia de que la finca -es decir, el espacio de circulación- es mayor y tuvo un solo propietario legitimado para emitir: el castrismo.

Tampoco resulta descabellado afirmar que el CUP ha sido otra especie de token desde 1959 hasta hoy debido a su escasa -por no decir nula-convertibilidad interna, hasta la aparición del CUC, porque convertibilidad externa no tiene.

La declaración de Fincimex

En medio de esta incertidumbre económica y financiera y de una crisis que no acaba de dar señales de extinción, la administración del presidente Donald Trump anunció que hasta el 27 de este mes se permitiría el envío de remesas desde los EE.UU. con destino a Cuba a través de la Western Union y Fincimex, debido a que esta última está controlada por los militares, quienes se apoderan de la divisa norteña para continuar fortaleciéndose como grupo de poder y reprimir al pueblo, una verdad de Perogrullo.

Al parecer, la medida tocó un punto neurálgico de los intereses castristas, pues el periódico Granma del pasado 28 de octubre publicó una furibunda nota titulada Medidas impuestas por el gobierno de EE.UU. contra Fincimex perjudican al pueblo cubano.

Según la nota, “las remesas familiares hacia Cuba han sido politizadas continuamente por la extrema derecha anticubana”, aunque nada dice acerca de si Fincimex es o no una entidad controlada por el emporio militar GAESA.

Granma no dijo que desde la formación de ese exilio cubano en EE.UU. fueron las autoridades castristas las que consideraron como diversionistas ideológicos a quienes desde aquí mantenían correspondencia con sus familiares de allá, y que también fueron ellas las que marcaban como “desafectos” a quienes recibían paquetes con ropas, alimentos o medicinas, o trataban de mantener esos lazos que ahora Granma dice defender. Fue una forma muy cruel de dividir a nuestras familias. Tampoco dice la nota que desde allá hay que enviar más de 100 USD para que acá se puedan recibir 100 “chavitos”, porque los dólares quedan en las arcas de la dictadura.

¡Vaya forma de querer el bien de las familias cubanas!

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Roberto Jesús Quiñones Haces

Nació en la ciudad de Cienfuegos el 20 de septiembre de 1957. Es Licenciado en Derecho. En 1999 fue sancionado de forma injusta e ilegal a ocho años de privación de libertad y desde entonces se le prohíbe ejercer como abogado.
Ha publicado los poemarios “La fuga del ciervo” (1995, Editorial Oriente), “Escrito desde la cárcel” (2001, Ediciones Vitral), “Los apriscos del alba” (2008, Editorial Oriente) y “El agua de la vida” (2008, Editorial El mar y la montaña). Obtuvo el Gran Premio Vitral de Poesía en el 2001 con su libro “Escrito desde la cárcel” así como Mención y Reconocimiento Especial del Jurado del Concurso Internacional Nósside de Poesía en 2006 y 2008 respectivamente. Poemas suyos aparecen en la Antología de la UNEAC de 1994, en la Antología del Concurso Nósside del 2006 y en la selección de décimas “Esta cárcel de aire puro”, realizada por Waldo González en el 2009. Roberto Quiñones fue encarcelado por el régimen cubano durante un año, entre septiembre de 2019 y septiembre de 2020, como represalia por ejercer el periodismo.

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