Cuba, ballet e inmigración en Festival de Cine de Miami

Cuba, ballet e inmigración en Festival de Cine de Miami

El tema de la isla es recurrente en el evento, y en numerosas ocasiones ha brindado la posibilidad de mostrar películas censuradas por las autoridades castristas

Cuba cine
Foto KavehNabatian.com

MIAMI, Estados Unidos.- Comienza la edición número trigésimo octava del Festival de Cine de Miami, el viernes 5 de marzo, único que se organiza bajo los auspicios de una institución de educación superior en los Estados Unidos, el Miami Dade College, presidido por la cubana americana Madeline Pumariega.

El tema de la isla es recurrente en el evento desde sus comienzos. En numerosas ocasiones ha brindado la posibilidad de mostrar películas censuradas por las autoridades castristas.

Este año Cuba ocupa un lugar prominente en la programación con valiosos largometrajes de ficción y documentales que escriben, para el público actual y, sobre todo, para futuras generaciones, lo que ha significado 62 años de intensa dictadura totalitaria en su atribulada fibra social.

La muestra cubana concluye con el esperado estreno de “Plantados”, filme de Lilo Vilaplana, sobre un segmento notable del presidio político que optó por rebelarse en las peores circunstancias, durante los años sesenta, cuando nadie se hacía eco de tamaño atropello en el mundo. En próxima entrega comento la importante película.

Una de las grandes tragedias del pueblo cubano, desde el arribo de la llamada revolución, ha sido la de escapar, a como de lugar, de tantos desatinos convocados por el siniestro experimento socialista.

Dos filmes, programados en el Festival, lo abordan de modo diverso, con un trasfondo común, el ballet. Ambos encierran la certidumbre de que la libertad es necesaria para el progreso, aunque sea en circunstancias duras y complejas, sobre todo para personas que han sobrevivido en un universo ilusorio de privaciones sociales y desaguisados políticos.

“Sin La Habana” es un largometraje de ficción dirigido por el músico canadiense iraní Kaveh Nabatian, donde dos profesionales, un bailarín y su novia, abogada, desean, desesperadamente, escapar del agobio castrista sin solución ni futuro.

Leonardo ha sido expulsado del cuerpo de baile por sus desplantes con uno de los directivos, y comienza a dar clases de salsa a los turistas. Sara le dice que se involucre sentimentalmente con una de sus alumnas, para lograr la salida del país y lo amenaza con hacerlo ella, si él no accede al plan.

La víctima de la pareja resulta ser una joven canadiense iraní, Nasim, quien se recupera del divorcio de un esposo abusador, de su misma nacionalidad, e intenta olvidar sus penas en La Habana como paseante.

No es la primera vez que en la filmografía referente a Cuba, las artes amatorias se utilizan para ventilar la solución de una circunstancia migratoria.

Sara solo le recomienda a Leonardo que cuando se acueste con la extranjera no le mire a los ojos, como para tratar de no involucrar el amor en la transacción.

A diferencia de otras películas realizadas en la isla, “Sin La Habana” ostenta un reparto que no repite los acostumbrados rostros del cine nacional. De hecho, el protagonista Yonah Acosta, es sobrino del primer bailarín cubano Carlos Acosta.

Leonardo viaja finalmente a Montreal donde no encuentra sitio para desarrollar su arte y comienza a trabajar con un compatriota, algo pícaro, empacando carne.

La relación sentimental con Nasim resulta accidentada, incierta y luego aparece, finalmente, su novia Sara, quien tampoco encuentra mercado laboral para sus estudios de derecho. Una desilusión de otro signo vuelve a entorpecer el amor de la pareja cubana.

Leonardo tendrá que decidir en la conclusión de la historia, triste y desventurada, con quién recomenzar su vida.

La otra producción, que aborda la cuantiosa emigración de la isla, es el documental “Cuban Dancer”, del director ítalo nicaragüense Roberto Salinas.

Esta cinta explora el riesgo de mover a toda una familia, que ha permanecido aislada del mundo real, en la burbuja totalitaria, hacia la incertidumbre de una nueva sociedad.

El protagonista es Alexis, talentoso estudiante de la escuela de ballet de Cuba, de apenas 15 años de edad, quien recorrerá, con la misma osadía que hace sus piruetas, los capítulos que median entre la humildad y penurias de su experiencia cubana, y el futuro insospechado que le aguarda en la mítica Miami.

La política no hace mella directa en el dilema del protagonista y su parentela, aunque es la causante de tantas tribulaciones. El director se refiere al ideologizado contexto criollo cuando se escuchan las noticias radiales o en el discurso patriotero de una directiva de la escuela de ballet que se refiere a la responsabilidad académica y política que tienen los educandos cuando representan a la isla.

Alexis llora, desconsoladamente, al dejar atrás a su novia, compañeros de aula y otros familiares, pero entiende que su lugar y fortaleza se encuentran junto al desafío de sus padres, quienes lo apoyan para seguir tan difíciles sueños.

Obtiene una beca en el Conservatorio Harid de Boca Raton, donde concluye sus estudios. Se involucra sentimentalmente con una alumna de Kansas. Sufre al comienzo el aprendizaje del inglés. Se mantiene a duras penas al tanto de lo dejado atrás en Cuba. Pierde en una competencia nacional de jóvenes talentos que se celebra en Nueva York, pero al cierre del documental, en el año 2020, es contratado por el Ballet de San Francisco, para cerrar el círculo del éxito que se propuso y alcanzó con todos los sacrificios propios de su edad y condición.

Luego de unos pocos años regresa a Cuba, recorre los paisajes devastados de su vida, las personas que influyeron en su carrera y habla de la cualidad de guerrero que caracteriza a sus compatriotas, satisfecho y feliz por el futuro que le proporcionaron sus padres y la generosa nación que lo acogió.

Tráiler de Sin La Habana

Tráiler de Cuban Dancer

Cine Cubano en Trance con Alejandro Ríos.

Dilucidar la isla y su cultura a partir del séptimo arte que la denota. La intensa quimera de creadores, tanto nacionales como foráneos, que no cesan de manifestar una solidaria curiosidad por tan compleja realidad, es parte consustancial de esta sección.

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Alejandro Ríos es parte del exilio de Miami desde 1992. Organizó el primer Festival de Cine Alternativo Cubano, en Miami Dade College (2003), y fue co curador del Festival La Fruta Prohibida, de cine independiente cubano del siglo XXI (2018), en Coral Gables Art Cinema. Presentó, durante diez años, el programa La Mirada Indiscreta en el Canal 41, AmericaTeVe, donde hoy se desempeña como crítico de cine de su redacción de
noticias. Actualmente conduce Pantalla Indiscreta, cada semana, en TV Martí. Ha publicado el libro “La Mirada Indiscreta” (Ed. Hypermedia), que compila 10 años de columnas aparecidas semanalmente en El Nuevo Herald, donde sigue colaborando.

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