Lola Arias, Premio Ibsen de Teatro 2024, presenta en Buenos Aires una obra sobre la reinserción social de prisioneras trans

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De una puesta en escena de ‘Los días afuera’; Lola Arias
De una puesta en escena de ‘Los días afuera’; Lola Arias (FOTO Carlos Furman)

Los días afuera, la obra más reciente de la dramaturga Lola Arias, Premio Ibsen de Teatro 2024 (el reconocimiento internacional más importante en este campo), se presenta por estos días en el Teatro Presidente Alvear de Buenos Aires. Es una pieza documental protagonizada mayormente por mujeres y chicas trans que estuvieron en prisión en Argentina.

Arias defende el teatro documental con toda su creatividad: “Vengo de la ficción. Estudié literatura, escribo narrativa, escribí poesía, teatro de ficción, pero en un momento me di cuenta de que me interesaba más escribir sobre la vida de personas que estaban vivas. No quería ser una escritora que está en una torre; encerrada en un cuarto, con mis propios fantasmas. Prefería escribir a partir de encuentros que me abrieran mundos desconocidos”, dijo en una entrevista con El País.

La dramaturga escribió esta obra a partir de sus conversaciones con exreclusas. Habló en privado con cada protagonista, y también hubo charlas grupales en que conversaban sobre cuestiones que les eran comunes, según contó al diario español: “¿cómo fue el primer día de libertad? ¿Qué pasó con la familia mientras no estuvieron? ¿Cómo era dormir dentro y cómo fue dormir fuera después de haber dormido en la cárcel?”.

Los días afuera se estrenó a sala llena el pasado 17 de mayo y permanecerá en cartelera durante un mes en Argentina. Después, a lo largo de un año, se pondrá en hasta 20 teatros de distintos países de Europa y participará en festivales internacionales como el de Avignon, en Francia.

El interés de la artista en el teatro documental tiene mucho que ver con el efecto de este en la gente que brinda sus historias: “A lo largo de los años, aprendí que el trabajo documental puede cambiar la vida de las personas. Puede producir una conciencia de sí que lleva a tener otra posición en relación con la propia historia. No solo me interesa la historia de esa persona, sino que ella tenga el lugar arriba del escenario para poder contarla, que no haya nadie representándola. Porque eso genera un empoderamiento, una distancia que le permite poder vivir con esa historia de una manera diferente”, aseguró en la citada entrevista.

La pieza relata el momento posterior al cumplimiento de la condena de seis exconvictas: Yoseli Arias, Paulita Asturayme, Carla Canteros, Estefanía Hardcastle, Noelia Pérez e Ignacio Rodríguez. Es una continuación de la película Reas, estrenada en la Berlinale 2024, que narra la experiencia carcelaria de un grupo de personas en clave musical.

“No es una adaptación de la película sino una segunda parte. La película es sobre el tiempo de la cárcel y la obra explora mucho más el tiempo después: qué le pasa a una persona que sale al mundo y tiene que reconstruir su vida, sus afectos, encontrar un trabajo, una vivienda”, explicó Arias al diario argentino Página12.

La autora pudo haber elegido a actores profesionales para representar a las protagonistas, pero fue un paso más allá y las puso a ellas mismas a hablar: “Creo que para los espectadores también hay una diferencia entre recibir una historia real en la voz del protagonista y recibirla en la voz de un actor. Hay una emoción, una sensación diferente”, dijo a El País.

Una de las razones por las que Arias recibió el Premio Ibsen fue su trabajo empático con cada gente que ha accedido a contar su historia en primera persona. Arias tiene en su equipo a abogados, psicólogos y profesionales de diversos ámbitos que la ayudan a facilitarles –a las exconvictas, en este caso– las condiciones necesarias para tener un pasaporte, viajar, encontrar casa o cobrar un salario.

Lo que más disfruta de toda la experiencia, según comentó más adelante es el proceso de enseñar actuación desde cero a estas personas: “El trabajo de formar a alguien en la actuación. Enseñarle cómo mirar, cómo hablar, cómo trabajar con el cuerpo, cómo relacionarse con los demás en el escenario. De hecho, ver cómo alguien se transforma, cómo va adquiriendo herramientas para poder estar en escena, es la cosa más hermosa que me da mi trabajo. El pasaje desde el primer día (cuando no se pueden mover, están como duros, miran como si fueran robots a un punto fijo) hasta que empiezan a entender y a sentir el espacio (la mirada, sus propios cuerpos, su voz) es un proceso fabuloso. En ese punto siento que soy muy maestra de actores, porque estoy todo el tiempo transformando en actores a personas que no actúan. La dificultad es que tenés que lograr todo eso en muy poco tiempo”.

Tanto la película como la obra de teatro sobresalen, más allá de la urgencia de su temática, por cómo Arias organiza y reorganiza el material documental. En escena, las protagonistas siguen el guion que Arias ha escrito luego de las conversaciones con ellas mismas. La mirada artística de la autora termina por armar un mundo donde ficción y realidad se mezclan para impactar en el espectador con más fuerza, sin titubeos.

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