A los dictadores es mejor olvidarlos
En Cuba o fuera de ella, no conseguimos librarnos del influjo de Fidel Castro. Fungimos de víctimas o victimarios, de adversarios o cómplices, de delatores y delatados…
En Cuba o fuera de ella, no conseguimos librarnos del influjo de Fidel Castro. Fungimos de víctimas o victimarios, de adversarios o cómplices, de delatores y delatados…
Es larga la lista de poetas que durante estas seis décadas han pasado por las cárceles por oponerse al régimen.
Si Fidel Castro resucitara, probablemente aconsejaría a sus sucesores que no se fiaran demasiado de los rusos.
Lo que vivimos en Cuba la última semana no fue más que la ejecución de otra finta política, una “nueva” cortina de humo ideológica para ocultar los desastres del continuismo.
Lo único asombroso del X Congreso de la UNEAC fue la defensa del reguetón que hizo Miguel Díaz-Canel.
Los comisarios castristas consideraron como algo sospechoso y avieso que en la Cuba de 1962 alguien se atreviera a cantar “adiós, felicidad, casi no te conocí…”.
Dobles estándares, purgas y moralismos sexistas: el régimen castrista ha sido un censor de la intimidad para los cubanos durante décadas.
Los comisarios castristas cayeron en cuenta de que Panait Istrati, luego de sus viajes a la Unión Soviética, regresó fuertemente decepcionado por lo que vio en el país de los soviets.
Ante su incapacidad para remontar la gravísima crisis en que ha sumido al país, la dictadura agoniza. El final parece estar cerca. Lo que nadie puede predecir es cómo será.
No es la primera vez que el nieto del fallecido dictador Fidel Castro sube a redes fotos disfrutando en la finca El Patrón, mientras el pan de cada día de los cubanos es la miseria.
En Cuba o fuera de ella, no conseguimos librarnos del influjo de Fidel Castro. Fungimos de víctimas o victimarios, de adversarios o cómplices, de delatores y delatados…
Es larga la lista de poetas que durante estas seis décadas han pasado por las cárceles por oponerse al régimen.
Si Fidel Castro resucitara, probablemente aconsejaría a sus sucesores que no se fiaran demasiado de los rusos.
Lo que vivimos en Cuba la última semana no fue más que la ejecución de otra finta política, una “nueva” cortina de humo ideológica para ocultar los desastres del continuismo.
Lo único asombroso del X Congreso de la UNEAC fue la defensa del reguetón que hizo Miguel Díaz-Canel.
Los comisarios castristas consideraron como algo sospechoso y avieso que en la Cuba de 1962 alguien se atreviera a cantar “adiós, felicidad, casi no te conocí…”.
Dobles estándares, purgas y moralismos sexistas: el régimen castrista ha sido un censor de la intimidad para los cubanos durante décadas.
Los comisarios castristas cayeron en cuenta de que Panait Istrati, luego de sus viajes a la Unión Soviética, regresó fuertemente decepcionado por lo que vio en el país de los soviets.
Ante su incapacidad para remontar la gravísima crisis en que ha sumido al país, la dictadura agoniza. El final parece estar cerca. Lo que nadie puede predecir es cómo será.
No es la primera vez que el nieto del fallecido dictador Fidel Castro sube a redes fotos disfrutando en la finca El Patrón, mientras el pan de cada día de los cubanos es la miseria.