HOLGUÍN, Cuba. – “Se ha perdido la vergüenza: la gente orina en público; no le interesa que la vean y tampoco le importa si hay policías vigilando”, dice a CubaNet el holguinero Valentín Rodríguez.
Ya sea en céntricos parques, corredores o esquinas de populosas calles, la fetidez y la falta de higiene empañan la imagen de esta ciudad del oriente de Cuba. Es tan grave la situación que se han multiplicado los carteles con la advertencia “No orinar”.
Para Luis Pablo Hernández, la situación no es nueva, pero empeora cada día. El holguinero alude al caso del centro recreativo juvenil El Mestre, instalación a la que, por el fuerte hedor a orina en sus alrededores, muchos comparan con baños públicos. Algo similar ocurre, dice Hernández, en la aún más céntrica Plaza de la Marqueta, donde prestan servicio una decena de bares, y donde, a pesar de la disponibilidad de sanitarios, se siente el hedor a orina. “Allí todos los bares tienen baño, sin embargo la gente orina en la calle por no ir al baño”, asegura el entrevistado.
Según Roberto Isaías, el miedo a los asaltos en los baños públicos es otro motivo para no usarlos, una opinión que comparte Marcos Gutiérrez. “La gente no orina en los baños públicos porque tiene miedo a entrar y que la asalten; eso ha sucedido varias veces”, dice Gutiérrez.
Para los jubilados, como Félix Santamaría, esta realidad tiene retos específicos, relacionados a los problemas económicos y a las necesidades propias de la edad. “Los viejos como yo no podemos aguantar el deseo de orinar. Si estás fuera de tu casa y te dan deseos, entonces no tienes dónde orinar porque no hay baños públicos suficientes y los pocos que hay cuestan 10 pesos que con la pensión de nosotros los jubilados no se pueden pagar”.

El Ministerio de Finanzas y Precios, basado en la Resolución 512 de 2013, que autoriza el arrendamiento de los baños públicos de la Empresa de Comunales a trabajadores por cuenta propia, estableció un peso como el precio máximo para los servicios de inodoro, urinario y lavamanos; sin embargo, el precio actual de estos servicios en la ciudad de Holguín es de 10 pesos.
Por su parte, los cuentapropistas mencionan el alto costo de la vida como una de las razones del incremento del precio de los baños públicos. “Al inicio cobraba tres pesos por el servicio básico y ofrecía jabón y talco. Pero subieron los precios de los productos de aseo y los eliminé. También subieron los precios de los alimentos y yo soy el sostén de mi casa, por eso ahora cobro 10 pesos por la entrada al baño”, dice Tony, un cuentapropista que optó por identificarse solo con su nombre de pila.
El déficit de baños públicos es otra de las causas del problema. Los clientes de los quioscos situados en el parqueo del estadio Calixto García, conocidos como la Candonga, no disponen de servicios sanitarios a donde acudir y “orinan a cualquier hora en los troncos de los árboles o en las paredes del propio estadio”, dice Federico Lorenzo.
Ni los céntricos parques que identifican a Holguín se salvan de esta lamentable situación. “De día, que todo el mundo los ve”, asegura Cristóbal Martínez, “hay hombres orinando en el parque Julio Grave de Peralta sin ningún pudor”.
En el pasado, la ciudad de Holguín resaltaba por su limpieza. Ahora, los holguineros, como Felipe Salcedo, lamentan el cambio: “Por su limpieza antes a Holguín la comparaban con Cienfuegos, y ahora, por lo sucia que está hay que compararla con La Habana. Los que orinan en plena calle, antes de hacerlo, miran para aquí y miran para allá, y cuando no ven a nadie, orinan en el centro de la ciudad y no pasa nada”.
El incumplimiento de la ley y la falta de sanciones contribuyen al incremento de estas prácticas repudiables. “Hay una ley que penaliza si te sorprenden orinando, pero no funciona”, opina Francisco Rodríguez.
Oscar Peñalver, por su parte, no cree que el consumo de bebidas alcohólicas sea la causa del problema. “La venta de cerveza en el centro de la ciudad no es justificación para que en cada esquina la gente se orine; antes también vendían cerveza y no estaba la peste a orina que hoy se siente en la ciudad”.