CIUDAD DE MÉXICO, México.- Ana Belén Montes, la principal analista cubana de la Agencia de Inteligencia de la Defensa de Estados Unidos, condenada por espionaje a favor del régimen de la Isla, fue liberada el pasado enero de 2023, tras 20 años de prisión.
La mujer, que durante 17 años de trabajo para el gobierno estadounidense estaba socavando las operaciones de su país en América Central, confesó que habría estado dispuesta a revelar altísimo secretos, si el régimen de La Habana se lo hubiera pedido.
Así trascendió en fragmentos inéditos de su interrogatorio tras su detención, que fueron revelados en el programa 60 Minutes, de la cadena CBS.
En una transcripción desclasificada del primer día en la que Montes describía su implicación en el espionaje, interrogada por investigadores del Buró Federal de Investigaciones (FBI), la espía confiesa: “Si los cubanos me hubieran pedido que les proporcionara información sobre lo que estábamos haciendo en Afganistán, lo habría hecho. Y si hombres y mujeres hubieran muerto como resultado de mi inteligencia en Afganistán, ese es el riesgo que corrían”.
También añadió que desde que empezó a “ayudar a los cubanos”, no hubo términos medios. “Realmente no sé cómo una persona lo hace sin sentirse moralmente obligada… Es un compromiso total, mental, físico, emocional. Siento que lo que hice fue moralmente correcto. Que fui fiel a unos principios que eran correctos”.
Montes dijo a los agentes que lo único de lo que se arrepentía era de haberse visto obligada a cooperar con el FBI como parte de su acuerdo con la fiscalía, pero hasta el momento no ha mostrado arrepentimiento por sus acciones.
De acuerdo con los testimonios del exagente del FBI Peter Lapp, el exanalista de la CIA Brian Lattel y el exoficial de la inteligencia cubana José Cohen, entrevistados en el programa, el daño de los espías cubanos en EE.UU. ha sido grande.
Para operar, usaban una clave de encriptación para enviar y recibir mensajes secretos con La Habana.
Tres noches a la semana, a las 9:00 pm. y de nuevo a las 10:00 pm., se emitía desde La Habana una serie de códigos numerados.
La señal podía oírse durante la mayor parte de la década de 1990 en la costa este, hasta Maine. Pero los mensajes codificados sólo debían ser descifrados por sus agentes, entre ellos, la analista del Pentágono Ana Belén Montes.
“Ella escuchaba los mensajes de alta frecuencia en el piso de arriba. Martes, jueves, sábados por la noche, ella escribía sus mensajes en su computadora en su dormitorio”, dijo Peter Lapp, quien arrestó a la espía y fue parte del equipo de investigación del caso.
Según contó, la mujer iba a trabajar, memorizaba tres cosas cada día, iba a casa y luego lo escribía o lo pasaba a máquina. Además, cada dos o tres semanas, se reunía en persona con otros agentes durante el almuerzo, a plena luz del día.
“Todos los que trabajan para la comunidad de inteligencia se van a casa con información clasificada en la cabeza. Y no puedes detener eso con guardias y tecnología”, opinó.
Montes entró a la Agencia de Inteligencia de la Defensa de Estados Unidos desde el primer día con el propósito de espiar para los cubanos. Al momento de su llegada no tenían polígrafo, dijo Lapp.
A lo largo de su carrera, se convirtió en una experta hasta el punto de ser conocida en la comunidad de inteligencia como la “Reina de Cuba”.
Mientras revelaba secretos nacionales al régimen de La Habana, el FBI la vigiló durante un año antes de su detención cuando se dirigía al trabajo y llamaba a su contacto cubano.
Entre la información aportada a la dictadura castrista estuvo la existencia de un programa de satélites de alto secreto utilizado por Estados Unidos para espiar a otros países y los nombres de 450 oficiales de inteligencia estadounidenses que trabajaban en asuntos latinoamericanos, incluidos cuatro oficiales encubiertos destinados en Cuba.
Movido por la ideología -pues el Gobierno cubano no paga a sus espías-, como en el caso de Montes, otro funcionario estadounidense trabajó para el régimen.
El exembajador Víctor Manuel Rocha fue reclutado a finales de la década de 1970 y a los 73 años, este 2024, fue condenado a 15 años de prisión y actualmente coopera con los investigadores.
Brian Latell, exanalista de la CIA, afirmó que la habilidad de los cubanos y su éxito ha sido “en la dimensión de la inteligencia humana”. “Sus oficiales, sus agentes y oficiales de inteligencia son muy, muy buenos”.
“Conocen su oficio. Lo practican con gran habilidad y disciplina. Y cuando reclutan, tienen mucho cuidado con cómo lo hacen y cómo se comunican”, expuso.
Sobre la información recogida por los espías, Latell puntualizó que la usaban para compartirla con enemigos de EE.UU. y sacar provecho de ello.
Cohen, oficial de la inteligencia cubana que desertó en 1994, refirió que los secretos eran intercambiados con países de la Unión Soviética durante años, con Corea del Norte, Irán, “tenían información sobre el funcionamiento del Departamento de Defensa”.
“Cuba estaba al servicio de todos los enemigos de Estados Unidos”, sentenció.
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