LA HABANA, Cuba. – Luis Dener es un personaje multifacético: pedagogo, artista, escritor, músico, activista y creador de contenidos. Tiene casi medio millón de seguidores en redes sociales, en donde denuncia a la dictadura cubana con dinamismo y como todo un profesional en la comunicación.
En entrevista exclusiva con CubaNet relató que comenzó primero escribiendo artículos para ADNCuba, y luego comentándolos ante las cámaras para subir los videos a sus canales. Poco a poco, debido a su carisma, comenzó a tener más alcance y seguidores. Hoy, con más de cinco años de experiencia, nos cuenta sobre su trabajo, además de cómo fue forzado al exilio por el régimen cubano y su visión sobre el panorama actual y el futuro de la Isla.
―¿Te consideras un opositor o un activista en contra del régimen cubano?
―Sí, por supuesto. Yo comencé siendo muy jovencito, cuando todavía no conocía estos términos de disidente u opositor pero ya me oponía frontalmente a lo que ocurría en Cuba, a todo lo que estaba mal.
―¿Cómo empezaste entonces dentro de Cuba con este activismo?
―Todo fue un proceso natural. Creo que comenzó con Los Aldeanos, el grupo de rap que se fundó en 2003. Yo tendría unos 17 años y tuve la suerte de estudiar con [el músico] El B en la Escuela de Maestros Emergentes “Salvador Allende”. Al2, el otro integrante del grupo, vivía a cuadras de mi casa, en La Habana. Su primer disco se llamó Censurados, y todo comenzó con el atrevimiento de ese tipo de canciones (yo participé en una de las canciones de ese primer disco, Para que sepas).
Después empezaron a aparecer los proyectos independientes: fundé Demóngeles, conocí a Matraca, a Porno para Ricardo, a Generación Y (Yoani Sánchez), y todo fue ocurriendo de manera muy natural. Ese era el ambiente que vivía la juventud en esos momentos. También estaba el Parque G, El Pabellón Cuba, La Casona de Línea… Había muchos más lugares de reunión de la juventud que hoy. Éramos jóvenes que nos reuníamos, gente diferente, para tratar de contribuir a construir un país diferente, desde el arte, el teatro, el periodismo… En ese ecosistema me desarrollé.
En un primer momento, las críticas y las denuncias eran muy artísticas, pero luego eso fue evolucionando y empezamos a chocar con las autoridades, con la Seguridad del Estado, con la Policía. Ya era normal, cuando íbamos al Parque G, terminar presos o pasarnos dos días en un calabozo.
Lo que pasa es que en aquel tiempo no había internet y las cosas no trascendían; la Policía nos toleraba más. Hoy, con internet, todo se vuelve viral y ellos están muy asustados con eso, por eso es que, por cualquier cosa, te meten preso.
Después nos fuimos dando cuenta de que teníamos que hacer cosas más fuertes, subirle el tono a las denuncias con manifestaciones en la calle.
Por ejemplo, la primera acción fue tratar de reunir a unos trescientos jóvenes para ir a los DiTú [comercios estatales en dólares] y comenzar a consumir para luego pagar en moneda nacional. Era la forma de protestar en contra de eso porque a ningún cubano le pagaban en dólares o CUC [Moneda Libremente Convertible].
De este tipo de experiencias comenzamos a crear una especie de movimiento al que le pusimos “Amistad”. Recuerdo que escribimos unas bases, a las que todos aportábamos ideas.
A raíz de eso, el régimen comenzó a decir que había 300 delincuentes violentos, una pandilla que estaba en las calles robando. Entonces dijimos que algo teníamos que hacer, y es cuando ideamos y hacemos la marcha por la no violencia.
Estábamos todos aprendiendo sobre el terreno. Todo lo que se sabe hoy en términos de política, de cultura, de izquierdas, de derechas… gracias a las redes sociales, al trabajo de ustedes, de los medios independientes, nosotros no lo sabíamos; estábamos en cero. Lo de nosotros era ir en contra de lo que estaba mal porque sabíamos que [los que estaban en el poder] eran unos ladrones, unos descarados, pero carecíamos de cultura política o de experiencia organizativa.
―Cuéntame sobre la marcha por la no violencia.
―Fue el 6 de noviembre de 2009. Fue con convocatoria de boca en boca. Pocos días antes había ocurrido una protesta de estudiantes del ISA [Instituto Superior de Arte].
Lo que hicimos fue reunirnos en el parque de H y 21, en el Vedado: Al2, el B, la gente de Porno para Ricardo, de Generación Y, de OMNI, de Matraca, varios grupos que atraían a gran parte de la juventud de ese momento. Se hicieron unos carteles; recuerdo que Panter [Rodríguez Baró], el muchacho que hoy está preso del grupo Clandestinos, se pasó la noche anterior haciendo carteles. Y salimos marchando hasta el Coppelia y luego de regreso hasta el Parque G. Estábamos rodeados de policías, agentes de la Seguridad del Estado, gente con cámaras grabando, hasta ambulancias pasaban de un lado a otro como enviando un mensaje: “Les vamos a caer a golpes y aquí están las ambulancias para asistirlos”.
Hay un video en el que salgo diciéndole a toda esa gente, alrededor de 200 jóvenes: “Aquí nosotros vamos a desfilar por 23 llueve, truene o relampaguee”. Yo estaba asustadísimo también por todo ese despliegue, pero al final pudimos hacer la marcha y no pasó nada.
Después se hizo otra marcha hasta El Rincón, la cual es menos conocida; fue con la gente de OMNI, dentro del festival Poesía Sin Fin. Fuimos arrastrando un garabato desde la Ciudad Deportiva y gritando “Un garabato para que se abran los caminos, la paz y la prosperidad de la nación”. Aquello fue una locura también.
Lo peor vendría después. A mí me botaron de la escuela y luego me sacaron de Cuba.
―¿Qué fue lo que pasó?
―Nos venían infiltrando desde hacía años y comenzaron a crear divisiones en los grupos, chismes, incluso a meter drogas. A mí me interrogaban dos o tres veces por semana, me pincharon el teléfono, me obligaron a prisiones domiciliarias, vigilancias fuera de la casa… más o menos lo mismo de ahora, lo que en aquellos tiempos no había internet y por eso no se divulgaba.
En diciembre de ese año [2009], mi papá llega de Trinidad y Tobago y es cuando la Seguridad del Estado me dice que tengo que abandonar el país. Yo me negué, pero luego comenzaron a acosar a mi familia, y me amenazaron con mi abuela. Ella fue del MININT [Ministerio del Interior] y toda esta situación la llevó al borde del colapso por la presión alta, hubo que operarla con urgencia y, antes de la operación, el de la Seguridad me dice: “Si tú no aceptas irte, tú sabes que tu abuela se puede morir en el salón de operaciones, y la culpa va a ser tuya”. Para mí era normal dormir en [la estación policial de] Zapata y C, pero con mi abuela, que es todo para mí, no pude resistir, y me cogieron con la guardia baja.
Cuando acepté salir de Cuba, ellos mismos me pusieron el pasaporte y el pasaje. Me fui entonces para Trinidad y Tobago, pero regresé a los 11 meses. En ese tiempo ya ellos, la Seguridad del Estado, habían destrozado todo: a Matraca le habían robado el Festival Rotilla, a OMNI lo estaban desmembrando, la situación con Los Aldeanos estaba durísima, situaciones muy tristes en esa historia; desaparecieron las reuniones en el Parque G, los conciertos de rap (Festival Puños Arriba)… Todos esos espacios fueron dinamitados; Generación Y y Porno para Ricardo todavía existían pero muy distanciados. Había miedo, paranoia, todo se volvió muy turbio y nos costó años entender lo que pasó.
―Seguramente fue este el tiempo en que crearon la Agencia Cubana de Rap, que es una institución oficial para controlar a ese grupo también.
―Sí, también. Fue un proceso para dinamitar todo lo que teníamos. También apareció la Fábrica de Arte Cubano (FAC), como para centralizar el arte, pero todo con un disfraz bohemio, con una onda chic; ya no era sentarse con una guitarra y cantar y hacer cosas más naturales, obras de teatro callejeras. Nosotros llegamos a alquilar fincas para poder dar conciertos, por ejemplo.
La FAC lo que hizo fue volverlo todo muy plástico, muy light. Ahí murió la rebeldía del arte, el artivismo mezclado con disidencia.
Ya no sé si el Parque G existe.
―No, no sé si ha sido por el éxodo masivo, pero ya no es un lugar que frecuente la juventud. Ya eso no existe.
―¡Qué duro!
Ya te digo, ellos [los agentes de la Seguridad del Estado], lo que hicieron fue mucho con demasiado, infiltraron todo y nos cogieron por sorpresa. Nosotros no sabíamos a qué monstruo nos estábamos enfrentando hasta ese momento. Y, ya te decía, nos costó años comprender lo que pasó. Pero en aquel tiempo fue duro.
―Decías que habías vuelto a Cuba a los 11 meses. ¿Qué pasó? ¿Cuándo decides irte definitivamente?
―Empezaron de nuevo los interrogatorios para que colaborara con la Seguridad del Estado, me prometían villas y castillas. Por ese período tuve depresión, recuerdo que me tranqué en mi casa seis meses.
Uno de los últimos intentos de hacer algo fue un proyecto que ideé, se llamaba “Quítate un peso del alma”. La idea era que la gente donara un peso cubano para hacer actividades para los niños porque a mí me encanta trabajar con niños. Entonces me llamó una tal Yamila, que era del CDR [Comité de Defensa de la Revolución] en La Habana, y me propuso hacerme responsable de la cotización de los CDR a nivel nacional si yo activaba los CDR infantiles. Por eso también desprecio tanto el trabajo de los “confilos” [en referencia a los conductores del programa de televisión Con Filo, dedicado a la propaganda oficial), de “los necios” [El Necio es el perfil en redes sociales de Pedro Jorge Velázquez, un vocero oficialista del régimen cubano), porque todas esas propuestas me las hicieron a mí. Pero, para mí, es muy importante dormir tranquilo. Yo no sé cómo esa gente puede dormir porque es muy sucio lo que hace.
Después incluso hice un proyecto de música infantil; escribía música para niños del barrio. Incluso se presentaron al concurso “Cantándole al Sol”, en el que ganaron el primer y el segundo lugar, y el premio de la popularidad en La Habana, y luego nos los dejaron subir al nacional porque se dieron cuenta de que era yo quien estaba detrás del proyecto.
Ya después no me dejaron hacer más nada; sobreviví trabajando como albañil y vendiendo el [mercado] La Cuevita prendas de acero quirúrgico. Fue una etapa durísima. Ya después conocí a mi mi esposa noruega y con el tiempo salimos de Cuba.
Yo tampoco me hago el mártir ni nada de eso, hice lo que tenía que hacer, hago lo que tengo que hacer y lo haré de esa manera. Creo que todo cubano inteligente, con dos dedos de frente, tiene que hacer algo porque Cuba sea diferente, porque el país está mal, es un error, como concepto, como ideología, como política. Entonces, hay que hacer algo porque esté bien. Simple.
―Estando en el exilio también has continuado con esta intención de hacer algo por Cuba. Hace varios años vimos una iniciativa que se llamó “50% + 1”. Coméntanos de qué se trataba y qué lograron.
―En resumen, se trataba de hacer una versión moderna y digital del Proyecto Varela, demostrar que la mayoría quería democracia. Pero teníamos varios problemas: sostener la plataforma era supercostoso, luego empezaron las broncas, las polémicas, las dudas… y ya yo estaba un poco asqueado de esa paranoia porque aprendí que debo asumir que la Seguridad [del Estado] existe y que no puedo vivir con miedo, tengo que saber quién soy, qué quiero y que no importa que el que se ponga frente a mi sea de la Seguridad, porque si no lo haces así te vuelves loco.
Yo quiero formar parte del gran coro que está trabajando por la democracia y brindar todo lo que pueda de mí, pero sin ese afán de protagonismo, de superego, de “Yo soy el líder de tal proyecto”.
Entonces, puse en una balanza todo y decidí enfocarme en lo que creo que soy más útil: creando contenidos, haciendo este trabajo diario. Y también creo que ese proyecto logró su cometido, por ejemplo, están todas las manifestaciones que han ocurrido en Cuba, como la del 11J, también están todos los medios independientes demostrando que nosotros tenemos la narrativa.
―Luis, viendo la situación de Cuba, desde afuera, ¿te queda alguna esperanza? ¿Cómo vislumbras los próximos años, o los próximos meses? ¿Crees que estemos cerca de un cambio?
―Esto es un acto de fe y de confianza. O sea, lo primero que siempre digo es que el trabajo que hago, primero lo hago por mí, por cumplir con lo que me toca por mi responsabilidad como cubano; y, segundo, porque sí creo que el cambio puede ocurrir.
Y la situación con Cuba se ha repetido en todos los países totalitarios. La gente cree que un cambio es imposible hasta un día en que, de repente, se activa un chip y cambia todo, como acaba de ocurrir en Nepal, y como ha ocurrido en tantos lugares.
La frustración, la rabia, mientras más profunda sea, más brutal puede ser el despertar, así, de pronto. Sí creo que puede existir un cambio porque ahora mismo Cuba ya no tiene alternativa, el régimen cubano no tiene ninguna alternativa ni tiene cómo solucionar todas las crisis; y van a venir más apagones, tristemente es así, más miseria, más hambre, más de todo.
Creo que puede existir un cambio y hay que trabajar por ese cambio. Ahora, lo que yo no me desespero. Yo sé que puede ocurrir mañana, dentro de un mes o dentro de un año. Ahora, lo que tengo es que trabajar todos los días, poner un granito de arena para ese cambio.
Ahora mismo estamos hablando de que la diferencia entre el pueblo cubano y los órganos represivos es de mil a uno. No pueden hacer nada. Ahora, hay que empoderar a ese pueblo para que tenga herramientas, conocimientos, o el valor o la autoestima para que logre eso que se logró ya el 11 de julio de 2021.

―Hablas de una explosión social, que fue lo que ocurrió el 11J, pero fue más o menos como les pasó a ustedes con la marcha contra la violencia. La inocencia con la que el cubano salió a las calles. Era como el despertar. Después lo que se les vino encima fue terrible, muchos no lo esperaban. La mayoría del pueblo que salió ese día era como ustedes, que no tenía una conciencia política de lo que es la izquierda, o lo que es la derecha, o la lucha política. Hoy, a cinco años, es completamente diferente. La gente sabe que hay represión, tiene conciencia de lo que es una dictadura porque la máscara, no solo dentro de Cuba, sino fuera también, se cayó, y el deseo de libertad de la gente está latente.
―Sí. Yo estaba viendo un artículo de Ana León en CubaNet en el que se pregunta cuál será la gota que colme el vaso de los cubanos. ¿Hasta dónde vamos a aguantar? Y tenía montones de comentarios porque la gente está sintiendo lo mismo, todo el mundo está diciendo “¿hasta cuándo?”.
Y es lo que dices, ya no estamos en el 11J. El pueblo cubano ya sabe que hay represión, sabe que hay dictaduras. Cuando el pueblo salga de nuevo, va a ser a por todas. Fíjate que después del 11J se vieron manifestaciones aisladas, pero mucho más radicales, en la de Nuevitas (Camagüey), por ejemplo, le cayeron a piedras a la Policía.
Todo lo que ha pasado, tuvo que ocurrir para llegar a lo que está ocurriendo hoy y para lo que va a pasar mañana, pero yo sí creo que el cambio está ahí.
―Ojalá no sea con violencia.
―Fíjate, yo he hablado de Letonia, Lituania, Estonia, porque me parece brutal esa cadena humana que hicieron esos tres países de manera definitiva, diciendo “No queremos comunismo”. Yo siempre pongo eso de ejemplo, pero ellos [los dirigentes del régimen] están llevando el cubano a un límite que no sé qué hará esa bestia cuando se despierte, cómo va a reaccionar, porque han humillado demasiado a los cubanos en su amor propio, en su orgullo. Por eso te digo que todo esto un día va a reventar. Ahora, no sé si es en un minuto, en una semana, en un mes, en un año, pero de que va a reventar, va a reventar, porque ha pasado en todos los lugares.
A mí, sinceramente, me duele un poco por ustedes ahí adentro. Ustedes la están viviendo. Yo creo que es el momento más duro para vivir dentro de Cuba, el más terrible, con menos esperanza. He hablado con amigas mías que me dicen que es “invivible”. Es terrible, es durísimo.
―A una Cuba libre, ¿regresarías?
―En una Cuba libre, a mí me gustaría formar parte de todo el proceso de transición, apoyar, brindar mi granito de arena en todo el proceso de orquestar una democracia, las columnas de una democracia. Ya después no sé si me quedaría porque he formado mi familia y mi vida fuera, en Noruega. Pero sí, me gustaría formar parte de esa transición y, por supuesto, después visitaría y estaría temporadas allá.