MADRID, España.- El Gobierno cubano ha flexibilizado aún más los requisitos para acceder a la educación superior al anunciar que los estudiantes de preuniversitario interesados en estudiar Medicina podrán hacerlo sin necesidad de realizar exámenes de ingreso. Así lo informó recientemente la Universidad de Ciencias Médicas de Holguín, que detalló los nuevos procedimientos para optar por carreras como Medicina y Enfermería.
La medida ha generado las rápidas críticas de la población, que la consideran una señal más del deterioro del sistema de salud y de la calidad educativa en el país.
Requisitos mínimos y contexto sanitario crítico
Según una reciente publicación de la Universidad de Ciencias Médicas de Holguín, los alumnos que estén cursando el onceno grado y hayan obtenido un promedio superior a 90 puntos tanto en el décimo como en el primer semestre de onceno, podrán acceder directamente a carreras como Medicina y Enfermería.
Entre los requisitos establecidos figuran también estar en “condiciones físicas y mentales aptas”, y, en el caso de quienes opten por Enfermería, “no ser alérgicos a la penicilina”.
Los seleccionados ingresarán a un colegio universitario creado dentro de la Universidad de Ciencias Médicas, donde cursarán el duodécimo grado. Una vez culminado el curso, obtendrán una plaza en la carrera deseada sin necesidad de someterse a las pruebas tradicionales de ingreso a la educación superior.
“En correspondencia con decisiones adoptadas por el Ministerio de Salud Pública de crear colegios universitarios en las Universidades de Ciencias Médicas, se convocan a los estudiantes de 11no grado de toda la provincia a inscribirse para acceder al colegio universitario en el curso 2025-2026”, indica el comunicado del centro de estudios.
Entre las numerosas críticas vertidas en redes sociales, un usuario expresó: “Una decisión más que demuestra que el sistema de salud cubano es un completo fracaso”. Otro lamentó: “La carrera que un día fue el sueño de muchos hoy se convierte en pesadilla, solo por lo que se vive en los hospitales”. También profesionales del sector manifestaron su indignación: “Qué falta de respeto a quienes pasamos tanto trabajo para llevar esa bata blanca, y ahora hasta la regalan”.
Rebajar la exigencia académica, “solución” del régimen ante la falta de profesionales
La flexibilización de los requisitos académicos coincide con una profunda crisis en el sistema sanitario nacional. Según datos oficiales de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el número de médicos en Cuba se redujo de 94.066 en 2022 a 80.763 en 2023. Esta disminución se debe, en parte, a la migración masiva de profesionales y al envío de más de 37.000 galenos al exterior como parte de las llamadas “misiones médicas”, ampliamente denunciadas a nivel mundial por explotación laboral.
A esta realidad se suman la falta de medicamentos esenciales, la escasez de insumos básicos y el deterioro general de las instalaciones hospitalarias, factores que han empujado a muchos profesionales a abandonar su vocación o el país.
Acceso universitario cada vez más permisivo
La reciente medida no es un hecho aislado. En 2023 y 2024 el Ministerio de Educación Superior (MES) indicó que se asignarían plazas universitarias incluso a estudiantes que no hubieran aprobado —o ni siquiera se hubieran presentado— a los exámenes de ingreso. El proceso se estructura en ocho etapas, comenzando por quienes aprobaron las pruebas, pasando por desaprobados, hasta aquellos que no se presentaron o provienen de otros niveles educativos.
El discurso oficial sigue defendiendo el proceso como transparente y justo. El ministro de Educación, Walter Baluja García, afirmó en 2023 que el ingreso universitario en Cuba es “rigurosamente informatizado” y busca garantizar el acceso gratuito a una educación superior de calidad. Aseguró también que las universidades están preparadas para suplir “las lagunas de formación” que los estudiantes puedan tener.
Sin embargo, la opinión pública señala que esta permisividad desvirtúa el valor de la excelencia académica y promueve la mediocridad en un momento donde la crisis de salud exige más que nunca personal altamente capacitado.
A medida que se deteriora la infraestructura sanitaria, y con miles de profesionales abandonando sus puestos, las autoridades siguen priorizando la cantidad por encima de la calidad, una estrategia que, lejos de resolver la crisis, la profundiza aún más.