LA HABANA, Cuba. – Después de tantas medidas, contramedidas y acuerdos tomados por el castrismo en aras de aumentar la producción de alimentos y lograr el desarrollo del sector agropecuario ―todo fallido hasta el momento―, la maquinaria del poder parece haber llegado a la conclusión de que lo más conveniente para ella es quitarse de encima la responsabilidad de tales encomiendas. En efecto, se ha adoptado una solución salomónica: que sean los municipios los encargados de garantizar la alimentación de sus pobladores.
De la premura con que las máximas autoridades de la nación desean llevar a la práctica esa nueva estrategia dan fe las declaraciones del gobernante Miguel Díaz-Canel Bermúdez durante un reciente encuentro con las autoridades de la provincia de Artemisa. El mandamás cubano llamó a realizar de inmediato todos los cambios estructurales y de gestión, así como eliminar las trabas que todavía existen con vistas a que los territorios aumenten la producción de alimentos.
Tras afirmar que en las condiciones actuales del país no se puede depender de las importaciones que se realicen de manera centralizada, porque cada vez son menos y a precios más elevados, Díaz-Canel “insistió en que el municipio se convierta en el escenario fundamental de la producción de alimentos, y para ello las autoridades locales tienen que poder decidir sobre las empresas estatales que se encuentran enclavadas en su territorio”.
De esa manera, y en lo adelante, cada vez que surja alguna queja sobre el desabastecimiento de las tiendas estatales, las tarimas semivacías en los mercados agropecuarios o los precios que no bajan debido a un déficit de oferta, Díaz-Canel y su equipo de gobierno dirán que la culpa no es de la dirección del país, sino de las autoridades municipales que no han cumplido con las tareas que les corresponde. La jerarquía castrista se lava las manos, al estilo de Poncio Pilatos, ante tan delicado asunto.
No dudamos de que se trate de una decisión apresurada, adoptada en medio de la desesperación e impotencia, que no toma en cuenta las disparidades existentes entre los distintos municipios del país, porque hay territorios que no cuentan con buenas tierras para producir alimentos, donde no existen importantes empresas del sector agropecuario o con déficit de población rural para acometer tamaña tarea. Es probable que de aquí a un tiempo estemos en presencia de una nueva política de “rectificación de errores”. Una más en el abultado expediente de la errática conducción de la economía por parte de las autoridades castristas.
De momento, y como una muestra de lo mal que andan los territorios para enfrentar la colosal tarea que les ha asignado la cúpula del poder, afloraron en este encuentro algunos incumplimientos, importantes por cierto, de la propia provincia de Artemisa.
El territorio no ha logrado cumplir 24 de los acuerdos tomados a principios de año con vistas a garantizar la denominada “Ley de soberanía alimentaria y educación nutricional”. Además, no se prevé que cumpla el plan anual en la producción de carne, y tampoco que llegue a la producción de azúcar que se había previsto.
Por otra parte, existe insatisfacción con respecto al ritmo en que se desarrolla la entrega de tierras en usufructo a aquellas personas que deseen trabajarlas. Son los tentáculos de una burocracia muy difícil de extirpar, como la mala hierba, en sociedades como la cubana, y que sin dudas obstaculiza cualquier estrategia que tienda al despegue de la economía.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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