AREQUIPA, Perú – Obatalá es uno de los sietes Orishas mayores y principales de la religión yoruba, ampliamente popular en Cuba. En la santería sincretiza con la Virgen de las Mercedes, patrona de Barcelona.
Es un ser anciano, padre de muchos otros santos, señor de la paz y escultor del ser humano. Es la deidad pura por excelencia, dueño de todo lo blanco, de la cabeza, de los pensamientos, de los sueños y de todo lo bueno para todos.
Hijo de Olofin y Oloddumare. Cuando Dios bajó a la tierra a ver lo que había hecho, bajó acompañado de su hijo Obatalá.
Sus avatares, caminos o encarnaciones, llegan al número de 24, aunque también se asumen 16 principales. Algunos de los más famosos son Obatalá Obbamoró, asociado a Jesús Nazareno; Obatalá Ayagguná, un avatar joven y propagador de la guerra; y Obatalá Oshanlá, una encarnación femenina muy adorada.
Es tradición que este Orisha sea el más justo de todos, los demás santos acuden a él como juez de sus disputas. No obstante, los castigos de Obatalá llegan a ser terribles y se teme su ira ante los infractores.
Otra curiosidad de este Orisha es que tiene la facultad de ser el único cuyos caminos pueden ser tanto como hombre como mujer.
Generalmente, haciendo uso de un antropomorfismo, se representa su apariencia física como la de un ser viejo y encorvado, lento en sus movimientos (en otros caminos es joven y diestro) y utiliza un bastón que es una varilla metálica de color blanco dando similitud a la vara invisible existente que se extiende entre cielo y tierra.
Entre los símbolos de Obatalá se encuentran el Iruke, o cetro con cola de caballo; una corona con plumas de loro; un bastón de mando; el sol y la luna; una mano hecha de plata empuñando un cetro; entre otros.
En la religión yoruba los hijos de Obatalá deberán ser calmados, respetuosos, reservados y desbordar confianza. Es bueno que eviten caer en malas costumbres o actos, pues será su padre el primer Orisha que los castigue. De sus rasgos negativos podría mencionarse su tozudez, pues llegan a forzar sus ideas a niveles insospechados. No obstante, son delicados y pulcros.
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