AREQUIPA, Perú.- La introducción de los automóviles en la Isla ocurrió en La Habana del 1898, cuando un día de diciembre se vio rodando por las calles de la ciudad un ruidoso artefacto de origen francés que apenas costó a su dueño unos 1.000 pesos.
El vehículo deambuló solo por la capital cubana hasta que en 1899 el farmacéutico Ernesto Sarrá trajo desde Lyon su Rochet-Schneider. El carro tenía más potencia y alcurnia que su pariente francés, con ocho caballos de fuerza y un costo de 4.000 pesos.
En tercer lugar, llegó a la Isla un automóvil poco después y se utilizó para distribuir la mercancía de una fábrica de cigarrillos existente en el territorio habanero.
Entonces llegó el siglo XX y sus adelantos tecnológicos como el teléfono automático, el cine, el tranvía eléctrico y la aviación. La tracción animal cedió espacio a un método más popular que involucraba ruedas, palancas, humo y timones.
En 1901, había 11 automóviles circulando por las calles de La Habana, y en 1906 ocurrió el primer accidente automovilístico en el país. Asimismo, en 1917 se otorgó el primer permiso de conducir a una mujer en Cuba, mientras que 1930 trascendió como el año en que se instaló el primer semáforo.
Para 1958 la Mayor de las Antillas era el sexto país del mundo en el promedio de automóviles por habitantes. La superaban, en este orden, Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Venezuela y Alemania Occidental.
Un año después circulaban en Cuba 180.511 autos, casi todos de procedencia norteamericana. Chevrolet era la marca preferida por los cubanos. Seguía los vehículos marca Ford en la preferencia de los compradores, y más atrás las marcas Buick y Plymouth.
Pronto Cuba se había convertido en un paraíso para la industria automovilística, por lo que proliferaron revistas, clubes y asociaciones vinculadas a los vehículos. También, tan temprano como en el 1903, comenzaron las carreras de carros.
Actualmente fascina a los turistas que visitan el país encontrar tanta cantidad de autos norteamericanos fabricados antes de 1959 que, gracias a la inventiva del cubano, circulan aún por las calles de la Isla. En ese sentido, la Isla es considerada como un museo rodante.
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