SAN LUIS POTOSÍ, México.- El venerable Club Náutico de La Habana (Havana Yacht Club), fundado un 27 de octubre de 1886, fue el primero entre los grandes clubes privados que existieron en la capital cubana.
Un grupo de jóvenes norteamericanos, aficionados a los deportes acuáticos, tuvieron a bien erigir en la Playa de Marianao un club deportivo.
El privilegiado accidente geográfico de esa zona del litoral habanero los llevó a elegir un sitio en la playa de La Concha para construir el inmueble que sería sede del grupo. Su objetivo era buscar una sede para las reuniones que sostenían cada domingo en una pequeña casa de madera propiedad de Charles R. Todd.
Para diciembre de 1886 el club ya contaba con 30 miembros y 14 elegantes yates cuyas esloras variaban desde 23 a 40 pies. El Club House se instaló en la casa de Todd en la playa de Marianao.
Posteriormente, para 1893 fue construida una majestuosa casona que ostentaba arcos y un diseño característicos de los clubes de Cayo Hueso. Allí se trasladó la sede del club, que en un principio estuvo divida en dos categorías: “Comité de la Casa” y “Comité de las Regatas”.
Sin embargo, en los albores del siglo XX la junta directiva se plantó la ampliación de la Casa Club, para lo cual contrataron la firma Purdy & Henderson Company.
Así, el día 17 de enero de 1925 abrió sus puertas la nueva edificación, considerada una de las joyas arquitectónicas habaneras, pero que actualmente se encuentra en ruinas, debido a la desidia del régimen.
El arquitecto encargado de la ejecución de la obra fue el mexicano Rafael Goyeneche, artífice también del Casino Nacional ubicado en Marianao.
En el nuevo edificio radicaban 1330 miembros. Fue el sitio ideal para muchos deportistas encumbrados.
Esplendor republicano
En la década de 1930, la escuadra de vela del Havana Yacht Club se batió en varias regatas nacionales e internacionales y ganó varios títulos. Entre los más famosos se halla cubano Raúl Menéndez, quien conquistó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948.
Sin embargo, lo que fuera un centro majestuoso, con lujosa vajilla y muebles importados de Europa, cayó en declive con el triunfo de 1959.
Sus miembros, de la élite habanera, debieron abandonar el país y el club se transformó en el Círculo Social Obrero “Julio Antonio Mella”.
Ahora, con sus estructuras colapsadas, paredes grafiteadas y basura por doquier, el centro agoniza. Del esplendor de sus primeros años solo queda una infraestructura que amenaza con desaparecer por el abadonodo en que lo mantiene el régimen cubano.
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