SAN LUIS POTOSÍ, México.- Venezuela, su país adoptivo, le dijo el último adiós el pasado jueves 22 de febrero. Fausto Masó, narrador, cronista, editor, periodista cubano-venezolano, partió a sus 90 años dejando tras de sí una honda huella en las letras y el periodismo venezolanos.
Aunque nació en Camagüey, Cuba, en 1934, Venezuela lo acogió como un hijo. Desde esa nación supo hacer de la palabra su arma de combate.
Como periodista, colaboró en la publicación Lunes de Revolución y en 1961 coordinó, junto a Antón Arrufat, la antología Nuevos cuentistas cubanos, publicada por Casa de las Américas.
Sus escarceos en la literatura no cesaron. Posteriormente, establecido en Venezuela, se volcó completamente a la escritura. Allí publicó los libros Desnudo en Caracas (1974), Gran Café (1988) y Háblame de La Habana (2009), entre otros.
Acérrimo opositor de los regímenes de Cuba y Venezuela, desde las letras supo articular un riguroso análisis político sobre el contexto venezolano, a partir de la llegada de Hugo Chávez al poder.
Los amantes del tango (2004), El día que se vaya Chávez (2007), El cáncer del presidente (2011; escrito con Sebastiana Barráez), El enigma militar (2011; con Fernando Egaña) y Dos falsos amigos: adiós al socialismo o muerte (2015), son algunos de los títulos que dejó.
Desde su editorial “Libros Marcados” promovió obras autobiográficas, análisis y entrevistas que ahondaron en la situación sociopolítica venezolana.
Destacó como columnista de publicaciones periódicas como El Nacional. Fue parte también del programa radial Golpe a golpe, que conducía junto a Roberto Giusti en Radio Caracas Radio.
“Fausto era un hombre directo, claro, frontal en su análisis, pero además frontal en su delivery, en su entrega de la información que manejaba. Además de divertido, era un hombre de referencia en nuestro periodismo”, dijo el periodista Román Lozinski en el programa radial de Unión Radio.
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