MADRID, España.- Hijo del comerciante francés Carlos White Lafitte y la exesclava afrocubana María Escolástica, nacido en Matanzas el 1 de enero de 1836, José White mostró su gusto por el violín con solo cuatro años. A los diecinueve años tocaba dieciséis instrumentos musicales, entre ellos, el violín, la viola, el violoncello, el piano, la guitarra, la flauta y el cornetín.
A partir de estos primeros pasos precoces, desarrollaría una exitosa carrera musical hasta convertirse en uno de los más grandes violinistas y compositores cubanos y de los más famosos del siglo XIX.
Su primer concierto en Matanzas lo dio en 1854, junto al pianista estadounidense Louis Moreau Gottschalk y posteriormente marchó a Francia, donde realizó gran parte de sus estudios musicales.
En la capital francesa José White fue primer violín de un cuarteto de cuerdas y fue nombrado miembro de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París.
En 1864 compone su “Concierto en fa menor” para violín y orquesta y escribe “Seis estudios brillantes”.
En la década de 1870 viajó por Europa y Estados Unidos, donde ofreció conciertos en prestigiosos escenarios.
Fue maestro del rumano George Enescu, quien también se convertiría en un reconocido violinista, compositor y director de orquesta.
José White, fallecido en París el 12 de marzo de 1918, a sus ochenta y dos años, dejó grandes obras a la música, entre ellas la habanera “La bella cubana”.
Escrita por White para dos violines y orquesta, “La bella cubana” está considerada una de las tres canciones más emblemáticas de la cubanía.
Sobre el virtuosismo de José White escribió José Martí: “¡White no toca, subyuga. Las notas resbalan en sus cuerdas, se quejan, se deslizan, lloran. ¡Suenan unas tras otras como sonarían perlas cayendo!”.
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