LA HABANA, Cuba. – Lejos de la Cibeles y la magia del Bernabeu, en el Stade de France, París, este sábado el Real Madrid extendió su tiranía en la Champions League tras levantar su decimocuarta Orejona frente al mítico Liverpool, con marcador final de un gol por cero.
Los dos equipos simbolizaban la más alta nobleza del planeta fútbol. El Liverpool de la mano de Jürgen Klopp, técnico alemán de la nueva vanguardia. Con el Real Madrid, Carletto Anceloti, el italiano de la crema y nata de la vieja guardia.
Ambos equipos también representan la pugna entre dos ligas diferentes, la Premier inglesa y la Santander española, quienes encabezan otro pulso por liderar la mercantilización y la plataforma audiovisual del sector. Asimismo, la resistencia de los clubes con modelos de gestión económica tradicional frente al naciente poder de los llamados clubes-estados de los jeques, emires y cofradías de empresarios y transnacionales.
En octavos, cuartos y semifinales del torneo, el Real Madrid había apeado de la competición, con remontadas épicas, al París Saint Germain –PSG–, el Chelsea y el Manchester City. Camino al trono, el Liverpool completaría el cuarteto insignia de clubes-estado derrotados por la Casa Blanca.
En la Isla hace más de dos años no se televisan los partidos de la Europa Champions League, aunque los clubes Real Madrid y Barcelona son los equipos de deporte más seguidos por una cantidad abrumadora de cubanos, quienes prefieren al fútbol por encima del deporte nacional: el béisbol.
Con tanto en juego, a más de 4 000 kilómetros de París, los aficionados merengues de La Habana desempolvaron las elásticas blancas y salieron en busca de la señal televisiva del partido, que solo fue transmitido en bares particulares y algunos de los principales hoteles de la ciudad.
“Ha sido una locura, teníamos confianza plena en que le ganábamos al Liverpool, que se daba como favorito, pero el Madrid cuando juega Champions es como si oliera sangre, mata a todos los contrarios. Muy contentos, la verdad”, comentó Michel Barceló, miembro de la peña del Real Madrid en La Habana, quien vio el partido en el hotel Habana Libre.
El Salón de los Embajadores del Hotel Habana Libre es uno de los sitios que tradicionalmente transmite las finales de la Europa Champions League. Este año las capacidades se vendieron por reservación en 600 pesos, con dos tragos y un sándwich incluidos.
“Es bueno que se vuelvan a poner los partidos –en el Habana Libre–. Esta es como nuestra casa de Champions, siempre nos reunimos aquí. Cuando se ponían –los partidos– por la televisión nacional venía [el presentador] Héctor Villar y se hacía una transmisión con la gente de la peña. Como quiera sigue siendo una fiesta, y lo importante es que el equipo ganó. Son 14, el doble del A.C. de Milán, que va segundo con más Champion”, señaló Víctor Manrique, otro peñista.
En otros hoteles, como el Meliá Cohíba, el precio de las entradas alcanzó los 10 000 pesos por persona. Sin embargo, las capacidades se agotaron con días de antelación. Para seguir el partido en vivo, la mayoría de fanáticos tuvo que recurrir a las crónicas que los medios digitales especializados fueron publicando minuto a minuto.
“Recorrí media Habana pero todos los lugares estaban cerrados por capacidad, no pude ver el juego”, dijo Abel Roca, un seguidor del Real Madrid. “Había que reservar con antelación, pero las entradas en varios lugares estaban tan caras que no creí que se agotaran”.
Según explicó Adrián Cejas, en años anteriores los bares particulares exigían consumos mínimos. Con 10 CUC se consumían de cinco a seis cervezas en las dos horas aproximadas que dura un partido de fútbol.
“Pero ahora si no estás consumiendo constantemente tienes que pararte e irte, y con 2 000 pesos no te alcanza. Ubícate, una cerveza vale 250 pesos y un platico con ocho croqueticas sale en 300. Inalcanzable para muchos como yo”, lamentó Cejas.
Varios bares aprovecharon la oportunidad y publicitaron promociones para atraer a un buen número de clientes. Uno de ellos, el Bar 2.45, de Playa, recibió la señal desde España con la moderación del periodista Héctor Villar y el recordista Guinness de dominio del balón Erick Hernández, habituales animadores de los programas deportivos del Canal Habana.
Leodán Despaigne, quien asistió a la transmisión del 2.45, describió que “fue una maravilla, pero ―dijo― hay que ser conscientes de la realidad y muy poca gente puede gastar los 6 000 pesos que tuve que consumir allí. Lo justo sería que para el año próximo comenzaran a poner nuevamente los juegos por Tele Rebelde, para que todos puedan disfrutarlos y apoyar a su equipo”.
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