agosto 24, 2024

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La rara autonomía universitaria en la Cuba de hoy

Ahora la autonomía se dirige a conseguir mano de obra estudiantil para apuntalar el alicaído y semi abandonado sistema empresarial.
Universidad de La Habana, autonomía universitaria
Universidad de La Habana (Foto: Cubadebate)

LA HABANA, Cuba. – La autonomía universitaria es una de las conquistas más importantes de las sociedades democráticas. Permite que los recintos de la educación superior funcionen sin la tutela de entes exógenos, casi siempre de Estados autoritarios que a menudo aspiran a controlar, y en muchos casos a ideologizar el ambiente universitario.  

En Cuba la autonomía universitaria ha tenido fluctuaciones. En momentos de gran efervescencia estudiantil, como cuando Julio Antonio Mella fundó la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en los años 20 de la pasada centuria, o al calor de sucesos que impulsaron la institucionalidad democrática en el país, la autonomía universitaria estuvo presente. En cambio, retrocedió o colapsó definitivamente en regímenes como el de Gerardo Machado, y el totalitarismo de izquierda que ahora padecemos.

Sería en 1923, durante el gobierno de Alfredo Zayas, el que más libertades cívicas permitió en toda la etapa republicana, cuando apareció en Cuba la autonomía universitaria. Una conquista que, tras los traspiés impuestos por el Machadato, hallaría nuevamente momentos de esplendor en 1933 durante el Gobierno de los Cien Días (Grau-Guiteras), y posteriormente en los gobiernos emanados de la Constitución de 1940. 

En la década del 50, a pesar de transitar la Isla por la dictadura de Fulgencio Batista, dirigentes estudiantiles de la talla de José Antonio Echeverría aprovecharon los canales de participación que se mantenían abiertos en la sociedad para mantener vivo el espíritu de rebeldía en las universidades.

Sin embargo, la llegada de Fidel Castro al poder en 1959, con la instauración de un sistema totalitario, cerraría gradualmente todos los espacios de participación de la sociedad civil, y la autonomía universitaria desaparecería paulatinamente con la creciente intromisión gubernamental en los asuntos universitarios. 

Primero fue la presión del poder para impedir la elección del joven católico Pedro Luis Boitel a la presidencia de la FEU. A esto siguió la depuración del claustro de profesores, un proceso en el que abandonaron las aulas aquellos docentes que no se ajustaban a las directivas de las autoridades políticas del país. 

La Reforma Universitaria de 1962 acabó de dar el jaque mate a lo que quedaba de autonomía en los recintos universitarios. Este fue una ofensiva que se complementó con la tremebunda consigna de 1971 “La universidad es para los revolucionarios”, y después con el Proceso de Profundización de la Conciencia a fines de esa década, que sacó de las aulas a centenares de estudiantes que les resultaban incómodos al régimen.

Después de semejantes acontecimientos era difícil imaginar que a alguien se le ocurriera hablar de autonomía universitaria en Cuba. No obstante, durante el reciente Consejo Nacional de la FEU, celebrado hace poco en Santiago de Cuba, el hablantín y nuevo presidente nacional de la FEU, Ricardo Rodríguez González, según el diario estatal Juventud Rebelde, “habló en nombre de la autonomía, que es una de las conquistas de la Federación, avalada por el prestigio ganado a lo largo de su historia y la fuerza y potencialidades del movimiento estudiantil universitario”.

Bueno, de inmediato advertimos que esa autonomía a que se refiere el mandamás de la FEU no es el ímpetu de José Antonio, sino que se trata de la obediencia para cumplir sin chistar lo que se oriente desde las altas esferas del poder. 

Y ahora la orden es incorporar al trabajo a los estudiantes universitarios, con el objetivo de paliar el déficit de fuerza laboral existente en el país. Un déficit originado por la gran ola migratoria que afecta a la nación, así como por el éxodo de trabajadores estatales hacia las formas no estatales de gestión. 

Al principio el régimen implementó las llamadas “ferias de empleo” en los recintos universitarios, un mecanismo mediante el cual se les ofertan plazas laborales disponibles a los estudiantes. Siempre después de sus horarios docentes, lo que sobrecarga la jornada diaria de los educandos.

Según trascendió en el citado Consejo Nacional de la FEU, la nueva tarea que se avecina, a través de un convenio con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, es brindar otras ofertas de empleo, esta vez a “estudiantes vulnerables”, cuyas familias no cuenten con otras fuentes de ingresos.  

Allá quienes crean en el supuesto espíritu filantrópico de las autoridades como móvil fundamental de estas ofertas de empleo a los estudiantes. Nosotros preferimos apostar por el filón utilitario que la mano de obra juvenil le pudiera aportar al alicaído y semi abandonado  sistema empresarial. 

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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Orlando Freire Santana

Orlando Freire. Matanzas, 1959. Licenciado en Economía. Ha publicado el libro de ensayos La evidencia de nuestro tiempo, Premio Vitral 2005, y la novela La sangre de la libertad, Premio Novelas de Gaveta Franz Kafka, 2008. También ganó los premios de Ensayo y Cuento de la revista El Disidente Universal, y el Premio de Ensayo de la revista Palabra Nueva.

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