SANTIAGO DE CUBA, Cuba.- El pasado 7 de junio, la comunidad de La Maya, en Santiago de Cuba, quedó conmocionada tras conocerse el asesinato de Leysi Liettis Cascaret Casero, una joven de 22 años. En un primer momento, se difundió la versión de que había sido encontrada sin vida por su pareja. No obstante, los resultados del peritaje preliminar y de la autopsia confirmaron que fue víctima de agresiones físicas y que murió por asfixia, tras ser estrangulada.
Leysi era originaria de la provincia de Guantánamo, aunque llevaba tiempo radicada en La Maya, junto a su madre. Quienes la conocieron la recuerdan como una muchacha tranquila. A pesar de ello, según varios testimonios, esta no era la primera vez que su marido la agredía, pero en esta ocasión la violencia resultó letal.
“Él (su pareja) le dio golpes y la ahorcó hasta que se desmayó. Parece que después se asustó y la dejó quieta por un rato. Luego él mismo la llevó para el policlínico pero ya era demasiado tarde”, relató Adis Leyva, vecina de la barriada El Manguito, donde ocurrieron los hechos.
Alrededor de las dos de la tarde, el agresor llegó al policlínico de la localidad con Leysi Liettis inconsciente. Según un testigo presente, pedía auxilio “como si no hubiera sido él”. La misma fuente aseguró que mientras los médicos intentaban reanimarla, “él estaba afuera, visiblemente nervioso. Se fumaba un cigarro tras otro”.
Sin embargo, la joven ya había fallecido. Durante el examen físico, el médico de guardia detectó golpes y hematomas compatibles con violencia doméstica. La policía fue notificada de inmediato y procedió a arrestarlo en el mismo centro de salud.
Este feminicidio adquirió una dimensión particularmente dolorosa porque Leysi Liettis, estudiante de Ciencias Médicas, no solo estaba recién comenzando su vida adulta, sino también la maternidad. Hacía solo seis semanas había dado a luz una niña, que ahora ha quedado huérfana de madre y con su padre tras las rejas.
“Lo de esa niñita parte el alma. El mismo día que mataron a su mamá, yo podía escuchar sus gritos desde mi casa. Imagínese, todavía la amamantaban. Como debe extrañarla”, contó con visible tristeza Adis.
Casos de feminicidio como este, no solo desgarran comunidades, dejan huérfanos y marcan a generaciones: también evidencian una urgencia que ya no puede postergarse: la aprobación de una Ley Integral contra la Violencia de Género en Cuba. Hasta inicios de mayo, la plataforma feminista YoSíTeCreo en Cuba (YSTCC) y el Observatorio de Género de la revista Alas Tensas (OGAT) habían confirmado 15 feminicidios en lo que va de 2025, con otros seis aún en investigación. El de Cascares Casero sería al menos el decimosexto, una cifra que podría ser mayor debido al retraso en los registros.
Solo en 2024, 55 mujeres fueron asesinadas por motivos de género y, como consecuencia, 62 niños y niñas quedaron huérfanos de madre. Ante cifras tan alarmantes, exigir justicia, garantizar medidas de prevención y ofrecer acompañamiento real a las víctimas y sus familias no debería ser una exención, sino una realidad impostergable. Es lo mínimo para que niñas como la de Leysi no crezcan marcadas por la ausencia y el abandono institucional.