Lo que no dijo Díaz-Canel en la Cumbre de la OIT

Lo que no dijo Díaz-Canel en la Cumbre de la OIT

El gobernante mintió al expresar que en Cuba todos los trabajadores recibieron protección gubernamental durante la pandemia del coronavirus

Miguel Díaz-Canel, Cuba
Miguel Díaz-Canel (Foto: Cubaminrex)

LA HABANA, Cuba. – El pasado día 8 del presente mes el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel intervino en la Cumbre Mundial Virtual de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que tuvo como tema central el análisis de las medidas adoptadas en cada nación, desde el punto de vista laboral, para hacer frente a la pandemia del coronavirus.

Por supuesto, el señor Díaz-Canel centró su discurso en alabar las medidas tomadas por su gobierno en materia laboral, fiscal y de asistencia social, las cuales, según recalcó más de una vez, “contribuyeron a que ningún cubano quedara desamparado”. Y, claro, no podía faltar el cartelito de víctima que el castrismo suele adoptar. En ese sentido, insistió en que todo el esfuerzo gubernamental para proteger a la población aconteció “en medio de la intensificación del bloqueo económico y financiero que mantiene Estados Unidos contra la Isla”.

Sin embargo, el heredero del poder omitió en su discurso algunas cifras, dadas a conocer por su propio equipo de gobierno, que contradicen sus planteamientos en la OIT. Por ejemplo, durante una reunión gubernamental celebrada a principios de mayo, e informada en el periódico Juventud Rebelde, la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó, anunció que 5 101 trabajadores interruptos, que no habían aceptado las nuevas ofertas de empleo que se les habían propuesto, estaban en sus casas sin ninguna garantía salarial. Es decir, desprotegidos totalmente por el gobierno. Y ya sabemos que muchas de esas propuestas laborales eran para ir a trabajar en la agricultura, en medio de las difíciles condiciones que impone el intenso verano cubano.

De igual manera, la ministra expuso que otros 87 486 trabajadores interruptos cobraban una garantía salarial ascendente al 60% de su salario mensual.

Si consideramos que el salario medio mensual en Cuba ronda los 800 pesos, se llega a la conclusión de que esos miles de trabajadores debían sobrevivir cada mes con alrededor de 480 pesos moneda nacional, equivalentes a unos 20 dólares. O sea, muy por debajo de la línea de la pobreza establecida por los estándares internacionales, fijada en un dólar diario. (Es de destacar que ya algunos especialistas fijan la franja de pobreza por debajo de dos dólares diarios).

Tampoco dijo Díaz-Canel en la Cumbre de la OIT que esos trabajadores que quedaron desprotegidos por el gobierno fueron igualmente abandonados a su suerte por los sindicatos oficialistas agrupados en la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).

En su edición del pasado 18 de mayo, el periódico Trabajadores recogió declaraciones del secretario general de la CTC, Ulises Guilarte de Nacimiento, en las que el mandamás de ese gremio expresó que “si hay menos actividad el sindicato no puede defender que las personas ganen sin trabajar, y ahí se refuerza una de nuestras misiones, porque representar en el socialismo también es representar los intereses de la Revolución”.

Todo muy claro. La CTC, antes que defender a los trabajadores que se morían de hambre sin percibir un centavo de garantía salarial, se ponía incondicionalmente de parte del gobierno.

Ah, y no podemos olvidar que a esas personas desprotegidas no se les permitía ni incursionar en la economía sumergida con tal de buscarse la sobrevivencia. Porque si se metían en una cola y después intentaban revender lo que compraron, el propio Díaz-Canel pedía multas o prisión para ellos.

Tal como solemos decir los cubanos: La pelea era de león a mono, y el mono amarrado.

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Acerca del Autor

Orlando Freire Santana

Orlando Freire Santana

Orlando Freire. Matanzas, 1959. Licenciado en Economía. Ha publicado el libro de ensayos La evidencia de nuestro tiempo, Premio Vitral 2005, y la novela La sangre de la libertad, Premio Novelas de Gaveta Franz Kafka, 2008. También ganó los premios de Ensayo y Cuento de la revista El Disidente Universal, y el Premio de Ensayo de la revista Palabra Nueva.

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