Desaparecen los mercados agropecuarios de oferta-demanda
Todos los mercados, estales y no estatales, comercializarán mediante precios fijados centralmente por el gobierno
LA HABANA, Cuba.- La existencia de mercados agropecuarios donde rija el libre juego de los precios bajo el mecanismo de oferta-demanda ha estado asociada siempre con las etapas reformistas de la economía cubana. Son momentos en los que los gobernantes de la isla han implementado algunos mecanismos de mercado.
La primera ocasión fue a partir de 1981, cuando el país transitaba por el modelo prosoviético de dirección de la economía, conocido como Sistema de Dirección y Planificación de la Economía (SDPE), que se basaba en el principio del Cálculo Económico. Entonces se le denominó Mercado Libre Campesino, y realmente propició una abundancia de productos agropecuarios como no había sido vista en las dos décadas anteriores del castrismo.
Mas, los bandazos del régimen hicieron que en 1986 Fidel Castro, de un plumazo, eliminara ese tipo de mercado. Comenzaba el período de “Rectificación de errores y tendencias negativas”, en la práctica, una etapa antimercado que retomó muchos de los presupuestos idealistas del Che Guevara. Hay que decir que, incluso, varios de los amigos internacionales del castrismo no entendieron semejante medida.
El período especial de los años noventa agudizó la crisis económica del país, y provocó una hambruna generalizada en el cubano de a pie. Se hizo evidente el error de haber eliminado el Mercado Libre Campesino. Por tanto, entre las medidas adoptadas para evitar el colapso total de la economía estuvo la reimplantación de mercados agropecuarios de libre formación de precios, esta vez bajo la denominación de mercados agropecuarios de oferta-demanda (MAOD).
En lo adelante esos mercados mejoraron ostensiblemente el abastecimiento de productos agropecuarios a la población, al tiempo que contrastaban su bonanza con el desabastecimiento que exhibían los mercados estatales de precios topados. Ello a pesar de que en los últimos tiempos, sobre todo a raíz de la línea dura y contraria al mercado adoptada por el gobernante Miguel Díaz-Canel, los MAOD habían perdido espacios. Varios de los prominentes MAOD de La Habana, como el Mercado de Cuatro Caminos, y el de la calle Egido, en la Habana Vieja, habían sido transformados en mercados estatales.
En días recientes, en el contexto de la Tarea Ordenamiento, le acaban de dar el clásico jaque mate a los mercados de oferta- demanda. En su edición del domingo 3 de enero, el periódico Tribuna de La Habana publicó una relación de 44 productos del agro a los que se les asignan precios topados. Una medida extensiva a todas las formas de comercialización, que incluye a los MAOD. Es decir, que a partir de ese momento en la capital —se espera que en el resto del país suceda lo mismo— desaparece el mecanismo de oferta-demanda, y los productos del agro se comercializarán con precios centralizados por los gobiernos locales, por supuesto cumpliendo instrucciones de la cúpula del poder.
En un recorrido que efectuamos por lo que era el MAOD del habanero poblado de Santiago de las Vegas, apreciamos las tablillas de productos ya con los referidos precios topados. El desabastecimiento era manifiesto: de más de 30 productos que contenía la tablilla, en ese momento solo había presencia de cuatro de ellos. Uno de los vendedores del mercado comentó que un campesino que le suministraba productos había destruido un campo sembrado de pepinos debido a su inconformidad con el tope de precios.
Una reacción comprensible, pues el tope de precios resquebraja todo el mecanismo producción-comercialización, y provoca el descontento de los hombres que trabajan la tierra, y también de los que se encargan de la comercialización de esos productos.
De esa manera, la hipotética protección que los precios topados les proporcionarían a los consumidores deviene en más penurias para la población, que afrontará más escasez y la necesidad de acudir a la bolsa negra con tal de acceder a productos vitales para su alimentación.
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Orlando Freire. Matanzas, 1959. Licenciado en Economía. Ha publicado el libro de ensayos La evidencia de nuestro tiempo, Premio Vitral 2005, y la novela La sangre de la libertad, Premio Novelas de Gaveta Franz Kafka, 2008. También ganó los premios de Ensayo y Cuento de la revista El Disidente Universal, y el Premio de Ensayo de la revista Palabra Nueva.
