Uniformes escolares y profesionales, una imposición que refuerza la discriminación de las personas trans

Un grupo de jóvenes llamó la atención este 31 de marzo, Día de la Visibilidad Trans, sobre la imposición de género que significan los uniformes escolares y laborales en Cuba.
El activista Verde Gil publicó una docena de fotos en las que aparecen hombres trans con la vestimenta escolar acorde a su identidad, para invitar a las autoridades «a la aprobación de políticas inclusivas que ayuden a combatir los estereotipos de género y a las personas trans a sentirse más plenas y saludables».
En un extenso post publicado en Facebook, Verde Gil celebró que cada vez más personas trans usen las ropas que desean en centros laborales y de estudio. Sin embargo, reflexionó, «hago notar que son mayoría los casos en los que las personas trans nos hemos visto limitadas (y forzadas) a usar el vestuario que nos es asignado según nuestro sexo biológico».

El malestar que provoca esta imposición social «puede llegar al punto de convertirse en un obstáculo tan fuerte como para hacer que las personas trans renunciemos a los estudios y/o empleos», añadió.
El activista enumeró los principales obstáculos que enfrentan hombres y mujeres trans para vestir según su identidad de género.
«En el entorno familiar padres y madres impiden que sus hijes vistan como desean y les obligan asumir un canon estético cisnormativo», mencionó en primer lugar.

También señaló que hay «vacíos en los reglamentos escolares/laborales sobre el uso del uniforme y el aspecto físico» y que las normas vigentes «todavía se rigen por criterios sexistas».
Por último, Verde se refirió a «la insuficiente educación para el respeto a la diversidad de género (invisibilización de la transexualidad) en nuestras instituciones educativas, llevando a que los espacios públicos sean entornos hostiles y de constante bullying para las personas trans».

El activista consideró que no será suficiente con adoptar nuevos reglamentos si no hay «un perseverante trabajo educativo y de sensibilización» que contribuya «a desprendernos de tabúes, estereotipos y todo tipo de construcciones culturales sexistas».
«Cuando una persona trans decida (o pueda legalmente) imponer su deseo de llevar el uniforme que prefiere, la presión social de las familias, amigos, tutores y jefes, les puede hacer desistir de esta idea», observó.
«Entiéndase por presión: violencia física, psicológica, verbal, económica y otras», aclaró también.

Verde Gil aprovechó para manifestar su solidaridad con «todas las personas trans que se sienten frustradas, deprimidas, e impedidas de desarrollar libremente su personalidad».
«Asimismo exhorto a las familias cubanas a que apoyen, acepten, amen y respeten a sus hijes sin importar cuánto subviertan con su imagen el binarismo hombre-mujer o los significados de una prenda», dijo también.
Según el activista, esta serie de retratos provocó «un rico debate» entre los propios jóvenes trans «acerca de cómo lidiar con complejos físicos y sobre la manera de luchar desde los activismos por políticas más inclusivas».
