La creación de un grupo gubernamental para erradicar el racismo, instituido en noviembre de 2019 por el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, materializaba un viejo deseo de activistas y organizaciones antirracistas en Cuba.
Es 2016. Acabo de cumplir cuarenta años y me encuentro en la sala de espera del aeropuerto Hobby de la ciudad de Houston. Estoy esperando a la poeta Georgina Herrera, quien ha viajado de La Habana a California y desde allí hasta Texas para ofrecer una serie de charlas sobre su poesía en universidades de esos estados. Soy quien coordina su visita a esta ciudad, y a la universidad.
Ruhama Fernández, 21 años, se graba con su celular mientras camina por Las Cuchillas, un poblado ubicado a 45 kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba, y donde lo único que abunda es la carencia.
Apoyada en un bastón que termina en cuatro puntas, Ofelia camina por la calle Obispo algunos mediodías, al paso que le permiten sus 76 años y sus piernas, que ya sufrieron dos trombosis. Le apura llegar antes de la una de la tarde al Comedor 213 del Sistema de Atención a la Familia —en la intersección de las calles Cuba y Teniente Rey—, antes de que cierre o se acabe la comida. En el camino compra dos tazas de café por dos pesos cubanos; lo guarda en un pomito que antes era de miel. Se cubre la boca y la nariz con un pañuelo de florecitas, a falta de nasobuco o bozal, como ella le dice.
“Los Cubanos” un lugar para lavar los autos en Perú con dueños cubanos.
A punto de cumplirse 40 años desde que un ómnibus irrumpiera en la Embajada del Perú en La Habana y se desatara la crisis migratoria de los años 80 en Cuba, algunos de sus protagonistas permanecen exiliados en Lima, desde donde reviven aquella experiencia.