Cuando en 2013 anunció su retiro, el cineasta japonés Hayao Miyazaki ofreció razones irrebatibles: con más de 70 años de edad cada película tomaba más tiempo de producción. La insistencia en dibujar a mano, en hacer que la animación principal de sus largometrajes obedeciera a esa artesanía en la creación de un mundo único, sólo existente en su imaginación, obraba en contra del presupuesto disponible, de los tiempos de la industria y de la propia lógica creativa dentro de Ghibli, su estudio.
Así que después de Se levanta el viento (2013), una oda a la pasión de vivir a pesar de todos los percances, el maestro avisó que se retiraría. Y nos empujó a un periodo de duelo y de búsqueda de un sustituto moral para su cine, que hasta hoy no encontramos. Pese al lirismo y la delicadeza visual de las películas de Makoto Shinkai y Mamoru Hosoda, ambos con enorme éxito internacional y no pocas conexiones temáticas y estilísticas con las del autor de El viaje de Chihiro (2001) y La princesa Mononoke (1997), sus películas pecan de un peso decorativo y una complacencia melodramática que Miyazaki nunca se permitió en sus relatos agridulces y afectados por ese fondo filosófico existencialista del que carecen los nuevos autores.
Pero, contra todo lo previsto, esta semana el más grande autor vivo del cine de animación japonés informó que regresa… A pesar de sus 80 años. Y lo hace con un largometraje en que trabaja desde 2016. Desde entonces hasta hoy Miyazaki terminó el corto La oruga Boro (2018), concebido para su exhibición dentro de las colecciones del Museo Ghibli, trabajó en varios mangas, ilustraciones y adaptaciones de sus obras. Así que retirado del todo no ha estado.
Pero con ¿Cómo vives?, el título de su nuevo proyecto, el cineasta vuelve con una obra de largo aliento y ambición autoral. Su productor, Toshio Suzuki, dijo en diciembre de 2020 que estaban completos ya 36 de los 125 minutos del metraje. Y aclaró que la película no estaría lista hasta dentro de tres años.
Ahora, en una entrevista con The New York Times, Miyazaki mencionó el asunto y contó que el argumento sigue a un niño de 15 años, Junichi Honda, huérfano de padre. “El yo que mira, el yo que está siendo observado, y además el yo que se vuelve consciente de todo esto, el yo que se observa a sí, desde lejos, todos esos yoes diversos se superpusieron en su corazón, y de repente comenzó a sentirse mareado”, resumió.
“¿Por qué está haciendo otra película?”, preguntó el reportero. “Porque quería hacerla”, respondió el maestro, quien ha insistido en que el cine de animación debe ser una hoguera en la que se arroja el creador si quiere dar lugar a una pieza verdadera y única. Si no se está dispuesto a sacrificarlo todo, recomienda, mejor dedicarse a otra cosa.
¿Cómo vives? es un libro del novelista y dramaturgo nipón Yūzō Yamamoto, quien cayó enfermo y se vio obligado a dejarlo inconcluso; así que fue finalizado por Genzaburo Yoshino. Publicado en 1937 en Japón, reeditado en varias ocasiones, y luego traducido al inglés, el volumen no se asumió en principio como una obra literaria, sino como un texto de ética. No obstante, de acuerdo con expertos japoneses, la obra es además una teoría del arte liberal escrita para estudiantes de la antigua escuela secundaria durante el apogeo del culturalismo.
Yoshino habría intentado, a través de la historia de Junichi Honda, referir la evolución de un ser humano capaz de vivir por sí mismo, algo que, en el año de la publicación del libro, durante el auge del militarismo nacionalsocialista nipón, era considerado el privilegio de unos pocos. Con el tiempo, el libro fue considerado una popular obra literaria para la educación artística clásica y, a menudo, parte de la literatura infantil japonesa.
Curiosamente, el apodo de Honda en el libro es Koperu (Copérnico). Después de la muerte de su padre, el protagonista se va a vivir con un tío y encara nuevas experiencias que contribuyen a su crecimiento y maduración. El texto finaliza dirigiendo al lector la pregunta que le da título: “¿Cómo vives?”.
El periodista de The New York Times que habló con Miyazaki quiso saber cómo contestaba a esa interrogante. “Estoy haciendo la película porque no tengo la respuesta”, fue su comentario.
A ello, Suzuki agregó: “En Occidente siempre necesitamos saber cómo terminan las cosas. En Ghibli, la última escena es a menudo un misterio”.
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