Los aseres ilustrados
Muchos de estos personajes se originaron en la atmósfera populista y populachera prevaleciente en los primeros años del régimen castrista
Muchos de estos personajes se originaron en la atmósfera populista y populachera prevaleciente en los primeros años del régimen castrista
Todo parece indicar que los días del perfecto maridaje entre la intelectualidad cubana y la dictadura han llegado a su fin
El 11 de julio dejó claro que los artistas e intelectuales son bienvenidos a la protesta, pero no imprescindibles
Sesenta años de aberrantes políticas culturales han generado un medio intelectual donde imperan el miedo, la simulación, el doble discurso, el servilismo y la desvergüenza
La máxima “Dentro de la Revolución, todo” no solo incluía a los creadores identificados con el castrismo, sino también a aquellos no adictos al gobierno
La dictadura ha sido muy estricta con su componente intelectual, del cual ha exigido la lealtad incondicional y necesaria para legitimarse en el ámbito internacional
¿Es rara o excepcional esta insolidaridad con los necesitados de toda la ayuda mediática posible ante un aparato represivo impune?
Nada tiene que ver el embargo con que los dirigentes cubanos den la espalda a las demandas de sus propios ciudadanos mientras reconocen públicamente su disposición de dialogar con “el enemigo histórico”, en un acto de soberbia e hipocresía impropio de un gobierno que se dice democrático
Las vicisitudes de Brodsky bajo el régimen comunista no pueden asombrar a los escritores y artistas cubanos. Todos ellos, desde que en 1961 un edicto decretó que el arte tenía que ser “dentro de la revolución”, han tenido problemas con el castrismo.
A casi seis décadas de su fundación, el “desdén hacia la cultura política” de la mayoría de los integrantes de la UNEAC es inconmensurablemente mayor que en 1961
Muchos de estos personajes se originaron en la atmósfera populista y populachera prevaleciente en los primeros años del régimen castrista
Todo parece indicar que los días del perfecto maridaje entre la intelectualidad cubana y la dictadura han llegado a su fin
El 11 de julio dejó claro que los artistas e intelectuales son bienvenidos a la protesta, pero no imprescindibles
Sesenta años de aberrantes políticas culturales han generado un medio intelectual donde imperan el miedo, la simulación, el doble discurso, el servilismo y la desvergüenza
La máxima “Dentro de la Revolución, todo” no solo incluía a los creadores identificados con el castrismo, sino también a aquellos no adictos al gobierno
La dictadura ha sido muy estricta con su componente intelectual, del cual ha exigido la lealtad incondicional y necesaria para legitimarse en el ámbito internacional
¿Es rara o excepcional esta insolidaridad con los necesitados de toda la ayuda mediática posible ante un aparato represivo impune?
Nada tiene que ver el embargo con que los dirigentes cubanos den la espalda a las demandas de sus propios ciudadanos mientras reconocen públicamente su disposición de dialogar con “el enemigo histórico”, en un acto de soberbia e hipocresía impropio de un gobierno que se dice democrático
Las vicisitudes de Brodsky bajo el régimen comunista no pueden asombrar a los escritores y artistas cubanos. Todos ellos, desde que en 1961 un edicto decretó que el arte tenía que ser “dentro de la revolución”, han tenido problemas con el castrismo.
A casi seis décadas de su fundación, el “desdén hacia la cultura política” de la mayoría de los integrantes de la UNEAC es inconmensurablemente mayor que en 1961