MADRID, España.- La Habana, ciudad fundada en el siglo XVI, es testigo de una rica herencia religiosa, reflejada en los numerosos templos construidos a lo largo de los siglos coloniales. Entre ellos, destacan cinco iglesias que, además de ser centros de fe, poseen un gran valor arquitectónico. Desde la sobria Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje, donde marineros y viajeros rezaban antes de embarcar, hasta la Iglesia de Reina, la más alta de Cuba, estos espacios reflejan el mestizaje de estilos y tradiciones que marcaron la identidad colonial de la Isla.
Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje: Refugio de marineros y viajeros
Ubicada en La Habana Vieja, cerca de la Plaza del Cristo, la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje tiene una historia estrechamente vinculada al mar. Originalmente construida junto a una ermita en el siglo XVII, esta iglesia fue un lugar de peregrinación para los marineros y viajeros que buscaban protección divina antes de iniciar sus travesías.
En 1760, su fachada fue renovada. Se le añadieron las distintivas torres octagonales que hoy la caracterizan, con influencias de la arquitectura mexicana. En su entorno, el Mercado del Cristo, inaugurado en 1836, funcionó hasta su conversión en parque en 1865. La estructura de la iglesia ha experimentado varias ampliaciones a lo largo de los siglos, incluyendo reformas en 1932 que le añadieron nuevas naves y columnas toscanas. A su alrededor, el legado cultural se mantiene vivo, como lo evidencia el monumento al poeta Plácido, obra del escultor Teodoro Ramos Blanco, erigido en la década de 1940.
Santa María del Rosario: La catedral de los campos cubanos
A unos 20 kilómetros de La Habana, en el municipio del Cotorro, se erige la Iglesia Parroquial de Santa María del Rosario. Este templo, construido entre 1760 y 1766 bajo la dirección del arquitecto José Perera, fue conocido como la “catedral de los campos”, por su tamaño y ornamentación.
Fundada por el Conde José Bayona y Chacón, la iglesia destaca por sus pinturas, especialmente las decoraciones de las pechinas de la cúpula, obra del artista habanero José Nicolás de Escalera. El lugar fue declarado Monumento Nacional en 1946.

Iglesia de San Francisco de Asís
Uno de los templos más emblemáticos de La Habana Vieja es la Iglesia de San Francisco de Asís, cuyo origen se remonta a finales del siglo XVI. Aunque su estructura original fue destruida por tormentas, la iglesia fue reconstruida entre 1719 y 1738, transformándose en una de las edificaciones más elegantes de la ciudad durante la época colonial.
El obispo Juan Lazo de la Vega fue el encargado de embellecer el templo, y su capilla de la Tercera Orden era el punto de partida del Vía Crucis que culminaba en la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje. Durante los siglos XIX y XX, el edificio sufrió múltiples cambios de uso, incluyendo su conversión en almacén de mercancías, pero gracias a los trabajos de restauración, fue reabierta como iglesia en 1987. Hoy sigue siendo un centro cultural y espiritual de gran importancia en La Habana.

Iglesia de San Judas Tadeo
La Iglesia de San Judas Tadeo, situada en el barrio de Los Sitios, es un ejemplo de la influencia de la devoción popular en la arquitectura religiosa de La Habana. Fundada en 1854 sobre los restos de una ermita dedicada a Nuestra Señora del Rosario, esta iglesia ha sido objeto de múltiples reformas a lo largo de los siglos, aunque mantiene su estructura original en forma de cruz latina.
El altar de San Marón, dentro del templo, recuerda la influencia de la comunidad árabe cristiana en la vida religiosa de Cuba, y cada 28 de octubre, cientos de fieles se congregan para rendir homenaje a San Judas Tadeo, el santo de las causas imposibles.

La Iglesia de Reina: El templo más alto de Cuba
La Iglesia, dedicada al Sagrado Corazón de Jesús y a San Ignacio de Loyola, más conocida como la Iglesia de Reina, es la más alta de Cuba. Construida entre 1914 y 1923, este templo gótico tiene una torre que se eleva 77 metros sobre la ciudad.
Su interior, adornado con vitrales que representan escenas de la vida de Jesús y de la Virgen María, es una obra de arte por sí misma. El altar mayor, diseñado en Madrid, es una combinación de alabastro, madera y bronce, mientras que su torre, coronada con una cruz de bronce, es visible desde varios puntos de la ciudad. Aunque ha sido objeto de varias restauraciones, la Iglesia de Reina sigue siendo un símbolo de la fe del pueblo habanero.
