HOLGUÍN, Cuba. – “Muchos alcohólicos terminan mal: tirados en cualquier parte; ni la familia los quiere”. La categórica afirmación de Leandro Miguel García, vecino del reparto Luz en la ciudad de Holguín, sintetiza una de las problemáticas de salud más preocupantes que afecta a la sociedad cubana.
El fracaso de las campañas de prevención, la crisis económica y las fallas del sistema de Salud Pública han provocado que los niveles de alcoholismo aumenten en Holguín y en toda Cuba.
“En la familia todos rechazan al alcohólico porque lo que hacen es molestar, buscar problemas, ocasionar gastos”, dice Didier González, residente en el centro de la ciudad.
Ruslan Díaz Fernández opina que la mayoría termina en la calle, ya sea porque sus familias los expulsan o porque ellos mismos venden sus propiedades para mantener la adicción. “Empiezan a venderlo todo y terminan vendiendo la casa para seguir tomando”, detalla.
Estas opiniones de los holguineros se ven respaldadas por datos alarmantes. La Encuesta Nacional de Salud realizada entre 2018 y 2020 mostró que un 73% de la población cubana había consumido alcohol en los 30 días previos, un aumento significativo desde el 67% registrado en 2010. Quizás más preocupante sea que el 68% haya iniciado el consumo entre los 10 y 19 años.
En Holguín, la doctora Madelín Mastrapa Batista, en su tesis para optar por el título de especialista en medicina general integral, concluyó que un 67,3% de la población consumía alcohol.
El psiquiatra holguinero Alieski Pupo Fernández califica el alcoholismo como uno de los mayores desafíos para la juventud holguinera. Para este experto, el fracaso de las campañas de prevención está ligado a factores sociales arraigados y a la insuficiencia de los programas de salud existentes.
Por su parte, el académico Ricardo González Menéndez, referente nacional en adicciones, eleva la alerta a nivel nacional y sitúa al alcoholismo como uno de los tres grandes enemigos de la salud en Cuba.
Al alcoholismo están relacionadas el aumento de enfermedades crónicas y mortales, como cirrosis hepática, cardiopatías, cáncer, enfermedades cerebrovasculares, diabetes y accidentes. Asimismo, se relaciona con la violencia y conductas agresivas, que provocan muertes y conflictos sociales. El consumo excesivo reduce la esperanza de vida en más de 10 años. Por todas estas razones es un factor determinante en ocho de las diez primeras causas de muerte en Cuba.
El holguinero Andy Pérez Aguilera nota un aumento visible de alcohólicos en los espacios públicos. “Se sientan en el parque San José o en el parque Las Flores”, comenta. “Uno lleva esta vida complicada, que si los apagones, que si las escaseces… y hay gente que dice: ‘Déjame desestresarme’”.
Factores sociales y económicos como el estrés, los bajos salarios, el costo de la vida y la ausencia de opciones recreativas saludables para los jóvenes hacen que el alcohol se convierta en una vía para enfrentar la frustración y la desesperanza. Así muchas personas acuden a la bebida como un mecanismo para “ahogar las penas” y escapar de emociones negativas como ansiedad, soledad y baja autoestima.
“Tú llegas estresado a la casa y tú dices: ‘Voy a desestresarme, voy a darme un traguito de ron’. Más o menos te sientes bien, que es falso”, explica. “Al otro día, me voy a dar dos traguitos. Cuando tú vienes a ver, te tomas la botella completa. Y entonces ya te vuelves alcohólico y lo que haces es empeorar la situación, porque los problemas no se solucionan tomando ron”, dice el holguinero Noelio Romero.
La crisis económica solo agrava más el problema. Léster Díaz Aguilera advierte que la precariedad alimentaria, combinada con el consumo de sustitutos del alcohol, acelera el deterioro físico. “Con la escasez de comida los alcohólicos tienen sus días contados”, afirma.
Ariel Martínez Peña, del reparto Pedro Díaz Coello, menciona que los alcohólicos, desesperados a veces por beber, consumen a veces preparados medicinales para eliminar piojos u otras sustancias que contienen alcohol pero que son tóxicas. “En la farmacia compran los pomitos de 10 pesos y se los toman”, explica.
Esta búsqueda de escape define la lógica de muchos: “Hay alcohólicos que dicen que es mejor vivir así pa’ morirse más rápido”, cuenta Orlando Sánchez.