El castrismo le teme al individuo

El castrismo le teme al individuo

En Cuba se pretende que las personas formen parte de un rebaño colectivista, obedientes de las instancias superiores y donde todos se igualen en la mediocridad

Cuba, Individuo
Un carretillero vendiendo naranjas en La Habana (Foto: AP)

LA HABANA, Cuba. – Uno de los rasgos de las sociedades que niegan las libertades es el afán de sus gobernantes por obstaculizar el desarrollo de las individualidades. Se pretende que las personas formen parte de un rebaño colectivista, obedientes de las instancias superiores, y donde todos se igualen en la mediocridad. La Cuba de hoy, por supuesto, clasifica entre esas sociedades.

Son muchas las facetas de la vida nacional en las que podríamos apreciar la actuación de las autoridades para impedir que los ciudadanos sobresalgan o progresen debido a sus méritos individuales. Veamos tan solo cuatro de ellas.

Desde el momento en que comenzó la entrega de tierras estatales en usufructo a personas naturales que estuviesen en condiciones de trabajarlas, allá por el año 2008, se instó a esos usufructuarios para que se vinculasen a algunas de las formas cooperativas existentes en el sistema de la agricultura. O sea, que renunciaran a su condición de productores individuales y se convirtieran en cooperativistas.

Diez años después, en el 2018, aparece el Decreto Ley no.358 en el que se anuncia la posibilidad de que los usufructuarios, además de la asociación antes mencionada, lo puedan hacer también mediante la integración de sus tierras a empresas estatales dedicadas a labores agropecuarias, azucareras o forestales. En este caso pasarían a ser obreros.

¿Y qué decir de los trabajadores que laboran en entidades regidas por el capital extranjero?  Como sabemos, aquí el inversor foráneo no tiene la posibilidad de contratar directamente la fuerza de trabajo, ni retribuir individualmente a sus empleados. Esos trámites deben realizarse a través de las famosas agencias empleadoras, un eslabón intermedio creado por el gobierno que les impide a los cubanos acceder a la remuneración que podrían merecer gracias a su talento y méritos personales.

Otro tanto lo observamos en el tratamiento que los gobernantes cubanos aplican a las misiones médicas que envían al exterior. Porque, por ejemplo, el ahora presidente brasileño, Jair Bolsonaro, contrario a la versión que el castrismo ofrece de los hechos, no sacó a los médicos cubanos de su país.

Bolsonaro, a punto de llegar a la presidencia, declaró que bajo su mandato contrataría individualmente a los médicos de la Isla y, en consecuencia, les pagaría directamente a ellos y no al gobierno cubano. La reacción de la maquinaria castrista del poder no se hizo esperar: ordenaron el regreso de los médicos a Cuba.

El contrato tenía que ser con el gobierno cubano, o no había contrato. Nada de individualidades. Así las cosas, y como parte del desesperado afán gubernamental por incrementar las exportaciones, el ministro del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, informó en una Mesa Redonda de la televisión cubana que se permitirá a las formas no estatales participar en dicha gestión exportable.

Pero, y para que no se hagan muchas ilusiones los trabajadores por cuenta propia y los asociados a las cooperativas no agropecuarias, todo deberá hacerse a través de empresas estatales especializadas.

Imagínense, una actividad que requiere, entre otras cosas, agilidad debido a la fuerte competencia en los mercados internacionales, es casi seguro que se empantane en las redes de la burocracia que corroe a todo el sistema empresarial. Además, ¿qué garantía tendrá un actor no estatal de que la susodicha “empresa especializada” le traslade el importe pagado realmente por la contraparte extranjera?

Y otro elemento que no podría obviarse: tanto el cuentapropista como el cooperativista que intente exportar sus bienes o servicios deberá experimentar un “adecuado” comportamiento político e ideológico para que las autoridades decidan incorporarlo a la gestión exportable.

Todo lo apuntado hasta aquí tiene un denominador común: la voluntad de las autoridades por impedir que los ciudadanos desarrollen sus individualidades al margen de la tutela gubernamental.

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Acerca del Autor

Orlando Freire Santana

Orlando Freire Santana

Orlando Freire. Matanzas, 1959. Licenciado en Economía. Ha publicado el libro de ensayos La evidencia de nuestro tiempo, Premio Vitral 2005, y la novela La sangre de la libertad, Premio Novelas de Gaveta Franz Kafka, 2008. También ganó los premios de Ensayo y Cuento de la revista El Disidente Universal, y el Premio de Ensayo de la revista Palabra Nueva.

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