Prostitución: “No hay muchas opciones en un país donde la vida es cara”

Prostitución: “No hay muchas opciones en un país donde la vida es cara”

Así aseguró a CubaNet un joven habanero de 20 años, que encontró en su cuerpo una salida a las penurias económicas.

LA HABANA, Cuba. – La prostitución masculina ha aumentado considerablemente en Cuba en los últimos tiempos. Muchísimos son los hombres jóvenes que hoy se sustentan económicamente de sus cuerpos, en un país dolarizado donde vestir y comer resulta casi un lujo.

Puesto que la prostitución en la Isla es un delito penado por la ley, el entrevistado de esta historia accedió a hablar con CubaNet bajo condición de anonimato. Le llamaremos Alex con la finalidad de proteger su identidad. 

Acaba de cumplir 20 años de edad, no tiene cuerpo atlético ni una contextura musculosa, pero está entrenado en atraer a su lado a los turistas.

“Empecé en este mundo cuando tenía 14 años, más o menos. Primero me  prostituí con cubanos, después, gracias a un amigo que me dio la luz es que empiezo con los yumas (extranjeros)”.

“Al principio era un poco tímido, pero cuando le cogí la vuelta no había un yuma que se me escapara… La idea es que les guste lo que le hago, para ver si se enamoran perdidamente de mí y me sacan del país o me sueltan más dinerito”, explicó Alex a CubaNet. 

El joven asegura que su mayor razón para prostituirse fueron los bajos salarios que ofrece el régimen cubano a los trabajadores, los cuales, según dijo, no alcanzan para satisfacer las necesidades personales de los cubanos.

“Quizás muchos dicen que este es el camino más fácil para ganar dinero, pero no lo es: acostarte, hacer el amor con una persona que no te gusta, no es una tarea fácil. Pero la necesidad te obliga, no hay muchas opciones en un país donde la vida es cara, donde hay que tener dólares para comer, para vestirte, para salir a pasear. En pocas palabras: tienes que hacerlo si quieres sobrevivir”.

El idioma, comenta Alex, es la principal dificultad que enfrenta en su labor como prostituto. Puesto que no domina ninguna lengua extranjera en ocasiones se le hace muy difícil comunicarse con los turistas.

“Intenté aprender inglés en las escuelas particulares que hay por ahí, pero qué va, no me entró. Te confieso que eso me da un poquito más de trabajo para acordar los precios, pero yo les hablo con señas. El yuma a mí no se me escapa porque es como si se te fuera un paquete de pollo, o los zapatos, o como si el dinero se te fuera de las manos volando y eso sí que no me lo puedo permitir porque la situación está muy dura”, confesó.

El cierre de fronteras provocado por la pandemia de COVID-19 afectó la economía del joven como la de cualquier trabajador por cuenta propia que ofrecía servicios al sector turístico.

“Fueron siete meses en que me las vi feas: no me quedó otro remedio que recurrir a la prostitución con los nacionales”, se quejó. 

Alex refiere que entre los lugares que más frecuenta para encontrar extranjeros está el Malecón habanero y la calle 23, de Coppelia hacia abajo, una zona con un habitual flujo de turistas por la variedad de hoteles y servicios destinados a este sector.

“La mayoría de los extranjeros que visitan Cuba han venido varias ocasiones, por eso es que ya ellos saben dónde encontrarnos”, relató.

El régimen cubano jamás ha reconocido los altos índices de prostitución en el país, sobre todo en los últimas tres décadas. Sin embargo, entre los años 1996 y 2002, bajo la llamada “Operación Lacra”, efectivos del Ministerio del Interior (MININT) intentaron detener el alza de la prostitución desatada tras la caída de la URSS y el inicio del “Período Especial” en Cuba.

prostitución masculina, Cuba, Turismo

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Enrique Díaz y Vladimir Turró

Periodistas independientes cubanos. Residen en La Habana

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