«Twitter es mi tribuna»: Magdiel Castro, un activista LGBTIQ+ que se convirtió en influencer

Ni La Habana ni Bolivia han podido quitarle el acento holguinero de Magdiel Jorge Castro, licenciado en microbiología por la Universidad de La Habana. Antes de terminar su servicio social en el Centro de Ingeniería Molecular (CIGB) salió de Cuba.
«Creo que todos tenemos las mismas razones para salir», dice, y asegura que no fue una decisión fácil de tomar y espera regresar a Cuba muy pronto.
Magdiel tiene una voz peculiar, difícil de describir. Cuando escuché sus respuestas por Telegram pude sentir una sencillez y una firmeza inalterables. Sucede igual cuando veo un video suyo. Mira directo al lente de su teléfono. Sus ojos son muy directos. El movimiento de las manos complementa el mensaje y lo hace más claro.
Anda en Bolivia de tránsito, explica. Está solo en el país andino y, por alguna razón, me pide que es importante que se sepa, que lo diga en la entrevista. Castro es una pieza clave en el ecosistema de los jóvenes cubanos, las redes sociales y el ansiado cambio en la isla.
Desde que llegó a Bolivia, hace año y medio, ha trabajado como mesero, en un estudio fotográfico, en un catering de almuerzos, en una pastelería y hasta como trabajador doméstico. Ahora administra un condominio.
«Te sorprendería si te cuento que trabajo 12 horas al día. Es muy difícil lograr la inmediatez en Twitter con los acontecimientos y a la vez trabajar. Es un reto que me pongo. Cuando hay sucesos importantes o alguna noticia entro al baño y tuiteo. Te sorprendería la rapidez con que conformo los tuits en esas condiciones», cuenta.
En los últimos meses ha sido señalado por el gobierno cubano como un «impulsor de campañas contra Cuba». En realidad, Magdiel solo es un joven que utiliza sus redes para denunciar el día a día en Cuba, en particular los atropellos y violaciones los derechos humanos cometidos por el gobierno.
Con más de 20 mil seguidores en Twitter, el microbiólogo es una piedra en el zapato.
―Te has convertido en todo un referente en Twitter, principalmente a la hora de consultar noticias y temas relacionados con la política cubana. ¿Cómo se siente esa responsabilidad?
―Nunca pensé que iba a tener el alcance al que he llegado, no fue algo planificado y tampoco era mi objetivo. Comencé en Twitter hace escasamente año y medio con una cuenta que tenía de antes pero no la utilizaba. Mi Twitter es mi tribuna, es la vía mediante el cual me desahogo, expreso mis opiniones, mis puntos de vista sobre la actualidad de mi país. Para mi expresarme con libertad es una necesidad y para eso utilizo mi cuenta. Tienes toda la razón en el sentido de la responsabilidad, y lo es desde el momento en el que te siguen tantas personas, es algo que asumo con total entereza, primero porque pienso que estoy haciendo un bien. Cuando uno pregona con la libertad y la democracia y ves tantas personas que te siguen significa que se identifican con tu mensaje y que definitivamente el panorama nacional ha cambiado y el fin de esta dictadura llegará pronto.
―El gobierno cubano te ha vinculado como responsable de «orquestar campañas mediáticas contra Cuba», por ejemplo con los hashtags #SOSCuba y #NoAlDecretoLey35, entre otras. ¿Cómo respondes a esas acusaciones?
―El gobierno cubano en su paranoia desvía la atención hacia terceros cuando la responsabilidad es solo suya, lo hace constantemente y lo ha hecho siempre, es el abecé de las dictaduras: tener un enemigo externo al cual culpar de sus propias incapacidades. Mi caso no ha sido diferente, y el de otros muchos twitteros y otras personalidades, tampoco.El posicionamiento de los hashtags de tanta importancia como #SOSCuba y #NoAlDerecretoLey35 les ha molestado, pero sobre todo porque Twitter es una plataforma que cuando posicionas un hashtag lo haces tendencia y el mundo entero ve lo que está ocurriendo en Cuba. Es un régimen que vive de la apariencia. Pero también tengo que decir que posicionamiento de estos hashtags no ha sido una tarea mía, ha sido un conjunto de personas en una comunidad extremadamente amplia, han sido miles de tuits y retuits, entre ellos los míos que han aportado su granito de arena. El gobierno cubano siempre buscará la forma de culpar a un tercero, lo está haciendo también con Agustin Antonetti, un joven de 20 años que para ellos es el monstruo de tres cabezas y no es más que un estudiante que tiene una influencia bien grande en las redes. A partir de ahí ellos han tejido toda una trama maquiavélica y rara donde involucran a tuiteros que tienen influencia en las redes sociales cubanas en una campaña que según ellos es financiada por terceros. Es una estrategia que está más que gastada y desacreditada y que a los ojos de todos no tiene rigor, y lo que están haciendo es desconocer una realidad de la que ellos son parte y si siguen desconociéndola les va a pasar factura.

―¿Se puede decir que hay más interés en los jóvenes cubanos por temas políticos desde la llegada de las redes sociales? ¿Qué impacto puede tener esto en la realidad de Cuba?
―Años atrás hablar de política era un sinsentido, a nadie le interesaba hablar de política y ese desinterés vino a raíz del pensamiento «para qué voy a decir algo si nada va a cambiar». Sí ha cambiado. La gente se está interesando en la política. Lo veo todos los días en las redes sociales, pero también se está viendo en la calle, porque las redes sociales son el reflejo de lo que ocurre en la realidad cubana. El descontento que no se puede expresar en las calles, se expresa en las redes sociales. Igual sucede con las movilizaciones. La sociedad civil activa está en las redes sociales porque obviamente el régimen la reprime en las calles. Entonces los ves movilizándose contra el decreto 35, por la crisis sanitaria, por una ley de matrimonio igualitario y así sucesivamente, formando parte activa del país, como debería ser una sociedad civil. Ya a los jóvenes cubanos no solo le interesa la política, sino que están haciendo política y eso es importante, estamos formando parte de la política de nuestro país y estamos obligando al poder a dar explicaciones, a que saque lo peor de él y se muestre tal y como es en realidad, y es lo importante, lo que ha cambiado. Si desde mi cuenta puedo aportar un granito de arena y formar parte, no hablo ni de protagonizar porque no es mi objetivo, de esto que es histórico que es el resurgir de la sociedad civil y mantenernos ya no como entes pasivos, sino como entes activos pues yo encantadísimo de ser parte.
―Existen muchas ideas de una Cuba futura, ¿cómo es esa Cuba futura que hace que estés desde la distancia luchando por ella?
―La Cuba que yo quiero es una que sea libre, un deseo compartido con muchos jóvenes y eso me llena de satisfacción. Libre en el más amplio significado de esa palabra, no aspiro a una libertad a medias, quiero una Cuba inclusiva, donde nadie sea excluido por ningún tipo de motivos, ni por su orientación sexual, ni por el color de la piel, ni por ningún otro motivo inherente a la condición del ser humano. Ese concepto de libertad tan amplio está respaldado con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el país al que yo aspiro debe ser cumplido desde inicio a fin. Con esto quiero ser muy claro, libertad de expresión, libertad de manifestación, de asociación, de religión, de elegir y ser elegidos. Y que, por supuesto, todo esto desencadene un proceso que nos transformará de entes pasivos, como estamos en la actualidad, a entes activos desde el punto de vista de participar como sociedad civil. Que las organizaciones respondan realmente a su sentido de ser, que es a sus miembros y no a un poder político superior. Por sobre todo aspiro a un país con un estado de derecho consolidado, porque sin un estado de derecho no hay democracia, no hay división y separación de poderes. Ese país imaginario, que casi se puede decir que es una utopía, es al que yo aspiro, pero además es un sentimiento que es compartido por muchas personas. Yo creo que cada día somos más, e inevitablemente ese día llegará y vamos a tener el país que nos merecemos como cubanos y como seres humanos.
―¿Si habláramos de planes de futuro qué me dirías?
―En cuanto a mis planes te diría que efectivamente regresaré. Cuba es el lugar del que nunca me fui totalmente. Allá está toda mi familia. Nunca pensé lograr tanto alcance y quisiera aprovechar otras plataformas. Youtube sería una opción. Claramente impone un reto por el tiempo y las cámaras que no son mi fuerte. Algo lograré, quizás un podcast, todo sin abandonar Twitter que es mi red social de cabecera, incluso estoy conformando un boletín informativo de suscripción gratuita.
―¿Has pensado en que las autoridades te puedan impedir el regreso a Cuba?
―El miedo está, pero soy un hombre libre y asumo la responsabilidad de serlo. Tendrán que expulsarme o meterme preso en el aeropuerto, pero regresaré.
Yosvani Malagón Crespo
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Muy valiente y extremadamente elocuente. Gracias por compartir sus pensamientos y visiones para el futuro de Cuba.
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