La «tiradera» de Residente a J Balvin, un producto que vende la violencia como arte


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René Pérez Joglar, Residente, en La Habana, 2010 (Foto: Internet)

La reciente tiradera de René Pérez Joglar, Residente, a J Balvin, ha despertado diversas reacciones a favor y en contra por parte del público que sigue la música urbana.

«La tiradera de Residente a Balvin fue una arrollada. Fue lo mismo que todos sabíamos que iba a suceder, como cuando la tiradera de Aldo a Yomil o al Tiger. Era de esperar», comenta Daniel David, un joven seguidor de estos artistas.   

«En lo particular me gusta Residente, pero veo este conflicto sin sentido y en lo personal no me gustó. Balvin no tiene para responderle», opina Adrián Ginarte.

El fenómeno de las tiraderas entre artistas urbanos se remonta a los inicios del género y es un tema que ha generado violencia entre los fanáticos del género, en su mayoría jóvenes.

La Biblioteca Salvat de Grandes Temas recoge en un libro titulado «Los Movimientos Pop» una entrevista a Humberto Eco.

El filósofo dice: «…en el arte pop un objeto de la sociedad de consumo que contiene significados concretos de reclamo comercial y de presentación funcional se reviste de un significado por el mismo hecho de presentar el producto tanto aislado como etiquetado, pero puesto siempre en evidencia según un procedimiento ya típico del Dadá que hace que el objeto se cargue de significados secundarios en detrimento de los primarios, perdiendo así su contenido primario para asumir otro más vasto y genérico en el marco de la civilización de consumo».

Si en los años 60 el artista Andy Warhol logró dotar de significado artístico y conceptual la imagen de las latas de sopa Campbell y vender la imagen de esas latas como arte, la violencia también ha encontrado sitio en este mercado del arte pop.

En una entrevista que circula por YouTube, Don Omar relata cómo, en un concierto, cantaba un coro que decía «vamos a matarnos», y en medio del espectáculo se formó un tiroteo real donde su novia recibió un disparo en la cara. El rapero dijo que, desde ese momento, dejó de cantarle a la violencia porque lo vivió en carne propia.

El propio René, en el tema «Adentro», critica la violencia en la obra de los cantantes urbanos y la utilización de armas en los videos, pero ahora se comporta de manera similar.

Utiliza frases homofóbicas como cuando dice a Balvin que «tragó más leche que un condón», para explicar el ascenso a la fama del artista colombiano. La frase da a entender que los únicos con poder dentro de la industria musical son los hombres y, en el caso de Balvin, tuvo que hacerles sexo oral para ascender.

¿De qué sirve que René acuse al colombiano de racista inconsciente, si el propio Residente habla como un homofóbico?  

Pérez Joglar justifica la violencia de sus letras con el pretexto de ser un artista consciente que defiende a las clases oprimidas de su país, mientras Balvin se mantuvo ajeno a las protestas populares ocurridas en Colombia.

Habría que preguntarse qué hará con las ganancias que, de seguro, le generará esta canción mientras Latinoamérica todavía intenta reponerse de la pandemia. Ser consciente no es solo asumirse como la imagen pública de un fenómeno social.

La polémica y la política son temas que venden, y Residente sabe cómo mezclar ambas para hacer un producto comercial que lejos de crear una real conciencia entre los jóvenes, lo que hace es venderlo como el «artista verdadero».

Remontándonos a la definición de Eco que cité al principio del texto, ambos artistas buscan un elemento de reclamo social para venderle su producto a las masas.

Quizás Residente busca temas más elaborados y Balvin otros más triviales, pero en el fondo son igual de comerciales y atienden a los mismos intereses de la industria que no busca hacer consciencia, sino mantener a las masas enajenadas.

De esta tiradera, lo que más se dice por parte de los que la apoyan es que «René mató en liricas a su oponente», pero lo más peligroso de estas polémicas es que en muchas ocasiones generan rivalidades entre los fanáticos, a veces problemas reales y, como ha ocurrido en otros momentos, al pasar el tiempo la canción termina olvidada y los músicos restablecen relaciones.

Es, como diría el aviador alemán Erick Hartmann sobre la guerra, «un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan».         

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