
Cuando tener hambre se vuelve delito
Como si tener hambre fuera un crimen, los gobernantes antillanos pretenden justificar el uso de leyes represivas para frenar la mendicidad, a la vez que eludir su obligación como representantes del Estado
Como si tener hambre fuera un crimen, los gobernantes antillanos pretenden justificar el uso de leyes represivas para frenar la mendicidad, a la vez que eludir su obligación como representantes del Estado
En su enfoque, el régimen presenta la mendicidad no solo como un problema social, sino como una actividad delictiva que puede ser castigada con penas de prisión.
Las imágenes muestran cómo jóvenes entregan comida a varias personas que duermen en las calles de Santa Clara.
Satanás está debajo de nosotros, en un punto desconocido al que llaman “cero”, desde donde salen los constantes y descomunales destrozos que sufrimos
Los medios oficiales no mencionan a las personas sin hogar, y si lo hacen es para avivar la propaganda sobre “la Revolución que no deja a nadie desamparado”
El fin es la misericordia de los turistas; el medio, la manipulación de la inocencia
No reciben ayuda de las autoridades, que en cambio minimizan el problema
Nuestros ancianos se estrellan hoy contra una cruda realidad: el estado no puede proporcionarles una jubilación digna
Como si tener hambre fuera un crimen, los gobernantes antillanos pretenden justificar el uso de leyes represivas para frenar la mendicidad, a la vez que eludir su obligación como representantes del Estado
En su enfoque, el régimen presenta la mendicidad no solo como un problema social, sino como una actividad delictiva que puede ser castigada con penas de prisión.
Las imágenes muestran cómo jóvenes entregan comida a varias personas que duermen en las calles de Santa Clara.
Satanás está debajo de nosotros, en un punto desconocido al que llaman “cero”, desde donde salen los constantes y descomunales destrozos que sufrimos
Los medios oficiales no mencionan a las personas sin hogar, y si lo hacen es para avivar la propaganda sobre “la Revolución que no deja a nadie desamparado”
El fin es la misericordia de los turistas; el medio, la manipulación de la inocencia
No reciben ayuda de las autoridades, que en cambio minimizan el problema
Nuestros ancianos se estrellan hoy contra una cruda realidad: el estado no puede proporcionarles una jubilación digna