Desde cortes de internet, multas y golpizas hasta amenazas con perder la custodia de los hijos o condenas de 15 años de cárcel, he aquí lo que le espera en Cuba a quien se atreve a reclamar alimentos, energía eléctrica, medicinas o cualquier otro bien básico para llevar una vida digna.
Por María Antonieta Colunga
Al abrir la olla de chícharos a las 2:00 de la tarde, con los nietos gritando de hambre, María Victoria Martínez se rompió en pedazos: una nata de insectos coronando el caldo la hizo comprender que los niños comerían solo boniato, otra vez, por octavo día consecutivo.
Los granos, cargados de gorgojos, los había comprado esa mañana en la bodega donde el Estado vende racionados algunos de los pocos alimentos disponibles en el país. Ante su reclamo por el estado del producto, la dependienta había minimizado el asunto diciendo que eso no era problema, que venía “curado” y solo tenía que lavarlo bien y darle candela para que los bichos se fueran. Sin los 250 pesos (alrededor de la octava parte de un salario mínimo) para comprar en el mercado informal al menos una libra de arroz, María Victoria no tenía opción. Lo intentó únicamente para comprobar que aquello no había quien se lo comiera.
Esta escena familiar sería el detonante en Caimanera, en la provincia de Guantánamo, de una protesta multitudinaria que iniciaron los hermanos Luis Miguel Alarcón y Felipe Octavio Correa, hijos de María Victoria, junto con algunos vecinos, y que se multiplicó en cientos de personas del pueblo desfilando por las calles. El reclamo básico de comida para sus hijos fue molido a golpes por la policía local el 6 de mayo de 2023 y terminó con la desaparición de los muchachos por cinco días en los que su madre no supo si estaban vivos o muertos. Luego vino la imputación de cargos por “atentado” y “desorden público”, con peticiones de seis años de cárcel para Luis Miguel y cuatro para Felipe, un joven con discapacidad intelectual. El juicio, luego de algo más de un año de espera, fue recién celebrado el 15 de mayo; aún la familia aguarda por la sentencia final.
Historias como la de Caimanera se repiten cada vez con más frecuencia en una Cuba donde crecen los reclamos por falta de bienes básicos y los manifestantes son reprimidos por las fuerzas del Estado con la misma dureza que emplean para castigar a los opositores. La inconformidad social se ha intensificado después de las sorpresivas protestas que dinamitaron la Isla el 11 y 12 de julio de 2021, con miles de personas manifestándose casi simultáneamente en decenas de ciudades, tanto en las calles como en el espacio virtual, algo sin precedente en el país.
Para este reportaje, un equipo periodístico construyó una base de datos con más de 150 protestas ocurridas en Cuba donde se registró represión entre julio de 2022 y abril de 2024, a partir de registros de las oenegés Cubalex y Justicia 11J y de notas de la prensa independiente. El estudio arrojó que, aunque un 18% de las manifestaciones implicaban reclamos abiertamente políticos junto con demandas de bienes públicos, el resto se concentraba en pedir al Gobierno electricidad, alimentos, medicinas, vivienda digna, agua potable y otros bienes básicos. Otro hallazgo es que, sin importar la diferencia, la reacción de las autoridades contra los manifestantes es desproporcionada, con condenas que ascienden hasta los 15 años de cárcel.
Si bien la situación económica de Cuba ha sido mala por décadas, en los últimos cinco años y, especialmente, en la etapa pospandemia se recrudeció la pobreza sistémica en el país.
El déficit de generación de energía eléctrica encabeza la lista de problemas en la vida diaria de los cubanos. Según datos oficiales de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), publicados a fines de mayo del pasado año, la generación del país disminuyó un 24,5% de su capacidad entre 2020 y 2023. Esto ha ocasionado recurrentes cortes de electricidad, de entre ocho y 12 horas diarias, especialmente en época veraniega, cuando el consumo se dispara.
Los apagones suceden lo mismo de día que de noche. Como desde 2005 una campaña nacional impulsada por Fidel Castro con el nombre de “Revolución Energética” reemplazó las cocinas de queroseno y gas licuado por hornillas, ollas arroceras y ollas de presión eléctricas, muchas familias no pueden preparar sus alimentos. Según datos de la propia ONEI, en 2019 —que es el dato más reciente publicado al respecto—, el 74% de la energía consumida en el sector residencial nacional era eléctrica, seguida de casi un 12% de uso del gas licuado, cuya distribución también se ha visto afectada en los últimos dos años por falta del combustible y de los cilindros dispensadores.
Sin electricidad ni gas para procesar los alimentos, muchas familias se han visto forzadas a usar carbón natural para cocinar e incluso el mismo Estado ha comenzado a vender este producto en las zonas más pobres del Oriente del país, como medida paliativa a la crisis energética. Otro dilema, no menos complejo, es el almacenamiento de la comida, pues la mayoría de los hogares solo cuenta con los refrigeradores chinos que el Estado vendió igualmente en 2005, como parte de la mencionada “Revolución Energética”. Tras casi 20 años de explotación, ya no refrigeran bien y como sueltan agua por las paredes laterales debido al esfuerzo que hace el motor, la gente les dice “los lloviznados”.
Los apagones durante el día traen otras consecuencias como tener que pasar las madrugadas lavando la ropa, cuando “viene la luz”. Sin embargo, una madre de Matanzas que prefiere mantener el anonimato por miedo a las represalias asegura que es peor cuando falta en la noche. “Mi niña tiene solo tres añitos y una mañana al despertarla para ir a su guardería, tras una noche entera de apagón, empezó a decirme ‘mamá, basta, yo no aguanto más, yo tengo sueño, quiero dormir’. La tierra se me abrió y empecé a llorar delante de ella, algo que había aguantado mucho para no hacer. Cuando nos tocan los apagones en la madrugada, el calor no la deja descansar. Yo le pongo repelente para los mosquitos en todo el cuerpo, porque inevitablemente tengo que abrir la ventana para que entre fresco y me la paso en vela, con un cartón en la mano, echándole aire. Llega un momento en que la mano se me duerme. En medio de la oscuridad oyes a los niños de los vecinos gritando, es muy duro”.
Más del 30% de las protestas registradas para este reportaje tuvieron como motivo los cortes de electricidad. De hecho, dos de las manifestaciones multitudinarias del periodo, la de Nuevitas (Camagüey) en agosto de 2022 y la de la Carretera del Cobre (Santiago de Cuba) en marzo de 2024, estallaron a raíz de los prolongados apagones.
En casos como estos las respuestas de las autoridades son desproporcionadas. Víctor Manuel Hidalgo Cabrales, un residente de la provincia de Las Tunas, publicó una tarde en su perfil de Facebook: “Y Las Tunas qué, la ponen 4 horas y la quitan 5 o 6. ¿Nos vamos a quedar así?”, refiriéndose a las pocas horas de servicio eléctrico que recibía su hogar. A las 7:00 de la mañana del día siguiente, su vecindario estaba lleno de patrullas de la Policía, listas para llevarlo a prisión, donde aún permanece. Se le acusa de “propaganda contra el orden constitucional”, delito penado en Cuba con entre cuatro y diez años de cárcel. Mientras espera el juicio, a su abogado le han sido negadas las dos peticiones de fianza que ha intentado tramitar, por lo cual tendrá que aguardar por su desenlace en prisión preventiva, como un delincuente de alta peligrosidad.
Otra de las causas recurrentes de protestas es la falta de alimentos, motivo que impulsó al menos 24 hechos de la muestra y que en muchos casos compartió protagonismo con las demandas de electricidad, en manifestaciones donde el grito de las multitudes se reducía a “Corriente y comida”.
A partir de una fallida reforma económico-monetaria implementada en el país en 2021 bajo el nombre de “Tarea Ordenamiento”, Cuba ha experimentado una acelerada inflación de los precios de bienes y servicios básicos que, según datos gubernamentales de inicios de año, roza un 35%. Estas estimaciones oficiales no evalúan el mercado informal, donde realmente hay disponibilidad de productos. Entre 2021 y 2022, la devaluación de la moneda nacional frente al dólar estadounidense galopó de un cambio de 24 pesos por dólar a 110 pesos por dólar en la banca nacional. Actualmente, los dólares solo se consiguen en el mercado informal a cifras que superan los 290 pesos.
Por solo poner dos ejemplos de cómo traducir esto a la vida diaria del cubano, en un país donde el salario mínimo es 2.100 pesos, una libra de carne de cerdo cuesta en el mercado informal unos 500 pesos y una docena de huevos, 1.500. Esta realidad hace que las familias sean extremadamente dependientes de los productos que el Estado vende, de manera normada y con precios regulados o en ocasiones subsidiados, a través del llamado sistema de canasta básica. La cuota mensual por persona consiste en siete libras de arroz, una de frijoles, cuatro de azúcar, media botella de aceite, de cinco a siete huevos, 12 onzas de pollo, un paquete de cuatro onzas de café y un pequeño pan redondo diario. En el caso de la leche en polvo, solo se dispensa a niños de cero a seis años, embarazadas y personas con dietas especiales; pero la distribución se ha visto severamente afectada en los últimos tiempos, en los que únicamente los bebés de menos de un año la han recibido a tiempo y con la formulación correspondiente a su edad.
No es sorpresa, entonces, encontrar testimonios como el de Yudeyvis Reinoso Fernández, una joven madre que en noviembre de 2023 se paró sola a protestar frente a las oficinas del Gobierno de Marianao, en La Habana, por las irregularidades en la venta de la leche en polvo vitaminada de su hijo de apenas un año. “Protesté y volvería a protestar otras mil veces. Es un abuso lo que tienen con la leche de los niños. Debe llegar tres veces en el mes, pero casi siempre se atrasan y una se queda sin nada que darle al muchacho, o, si no, viene una leche que parece talco, que realmente es para personas diabéticas, y por supuesto, el bebé no se la quiere tomar. Yo tuve que vender muchas cosas de la casa para poder comprar por la izquierda el paquete de 1 kg a 1.500 pesos”.
Una oficial de la Seguridad del Estado que trabaja de forma permanente en esta instancia del gobierno amenazó a Yudeyvis con decomisarle el teléfono desde donde transmitía en vivo sus reclamos y también con procesarla por el delito de “incitación al desorden público”. Como ella, otras madres de La Habana que durante esos mismos meses comenzaron a organizarse en redes sociales para protestar por la falta de leche de sus hijos, vivieron historias similares. Un reporte de CubaNet del 17 de julio de 2023 cuenta el testimonio de estas mujeres que intentaron articularse a través de un grupo de WhatsApp para realizar una manifestación frente a la Plaza de la Revolución. La policía política logró penetrar el grupo e identificar los perfiles de las participantes y, en cuestión de horas, agentes de la Seguridad comenzaron a tocar las puertas de sus casas para dejarles saber las medidas judiciales que se tomarían contra ellas si se atrevían a consumar el plan. La protesta nunca ocurrió.
Otros motivos de reclamos registrados en este estudio son la crisis de medicamentos y de los servicios médicos (causa del 5,34% de las protestas), el acceso a agua potable (2,67%) y la situación de la vivienda (2,13%). Un hecho relacionado con estas problemáticas aconteció en octubre de 2023, cuando un grupo de madres de Maisí, junto con sus hijos, cerraron el paso de la vía principal de acceso a la comunidad para llamar la atención sobre la miseria, hacinamiento e insalubridad que vivían.
Yadiuska Domínguez Lambert, una de las protagonistas, aseguró: “Ese día me sentí con valor, con mucha fuerza; cuando una es madre y ve a los hijos pasando tanta necesidad, miseria, de no poder darles un plato de comida, de a veces no poder mandarlos a la escuela por miedo a que se te desmayen, de no poder bañarlos porque ni agua hay… Muchos niños aquí andan descalzos, sucios, con picazón… Si me tocara salir de nuevo a la calle, con gusto lo volvería a hacer”.
Yadiuska espera hasta el día de hoy un juicio por los presuntos delitos de “desacato” e “incitación al desorden público”, con petición de entre seis y diez años de cárcel. Recientemente, su mamá debió viajar a La Habana por un tratamiento médico y, para acompañarla, tuvo que pedir permiso a las autoridades del territorio donde vive, pues tiene prohibido moverse fuera de su localidad. “Soy constantemente acosada por la Seguridad del Estado; monitorean mis pasos, lo que yo hago, digo, cómo me muevo, todo lo quieren saber; no tengo privacidad. Las dos veces que Díaz-Canel ha venido a este municipio, no me dejan salir de mi casa, ni siquiera pararme afuera. Nunca vimos mejoría en la situación por la que nos lanzamos a la calle; todo lo que hicieron fue tomar represalias contra mí, contra mi mamá y otra muchacha que se manifestó. Me llevaron para la estación de la Policía, me imputaron cargos y desde entonces soy una perseguida”.
Los reclamos por la integridad de las personas que han sido reprimidas al manifestarse son, de hecho, otro motivo recurrente de malestar social que ha impulsado cerca de un 10% de las protestas analizadas. Familiares o amigos que denuncian en redes sociales detenciones arbitrarias, amenazas, golpizas, procesos penales irregulares y otro tipo de abusos de poder son frecuentes en este nuevo panorama.
Asdrúbal Kindelán Garbey vivió la detención de su hijo de 18 años a los pocos días de haber participado juntos en las protestas pacíficas de la Carretera del Morro, en Santiago de Cuba. “Me inundaron la cuadra de oficiales, como si mi hijo fuera un asesino, el más buscado de Santiago. Al principio, la detención decía que era por desorden público, pero ahora lo están acusando de atentado, porque según ellos sale en un video agrediendo a un oficial. Cuando exigí ver el supuesto video, el oficial me dijo que ellos no necesitaban ninguna prueba para meter preso a nadie. Entonces ahí mismo, en la unidad de Policía, hice una transmisión en vivo para denunciar el abuso. Enseguida me cayeron arriba, me esposaron, me decomisaron el teléfono y me detuvieron por tres días. Para salir, tuve que pagar una fianza de 50.000 pesos”. A los pocos días de ofrecer su testimonio, Asdrúbal fue llevado nuevamente a prisión, donde espera juicio, al igual que su hijo.
Llama la atención que, dejando de lado La Habana (la capital y ciudad más densamente poblada), las provincias donde la gente protesta más son, en este orden, Holguín, Guantánamo y Santiago de Cuba, situadas en el oriente del país, que ha sido históricamente la zona más pobre y olvidada.
En esta cronología mostramos algunos de los principales actos represivos contra la ciudadanía cubana que ha ejercido derechos básicos como reclamar acceso a alimentos, agua, electricidad y medicina.
Diego Jesús Fernández Asin, un cubano residente en La Habana, se manifestó en solitario en la calle pidiendo libertad y cambios políticos en Cuba.
El joven médico cubano Enrique Leyva Rodríguez fue golpeado y detenido por agentes de la Seguridad del Estado, luego de que saliera a las calles de Manzanillo, en Granma, a exigir libertad.
El joven cristiano Raúl Capote fue arrestado violentamente en su hogar y detenido durante horas. Capote fue acusado de provocación al ir a su centro de trabajo con un pulóver con la palabra “Libertad” y posteriormente multado con el Decreto 370.
Una madre con sus dos hijas se plantó la noche frente a la sede del gobierno municipal de Centro Habana, en el parque El Curita, para protestar pacíficamente contra las autoridades porque no tiene dónde vivir. La protesta fue reprimida sin violencia física.
La protesta pacífica en Baracoa fue reprimida por la policía y terminó con la detención de varios manifestantes en los días siguientes: Uvensy Matos Montero, Richard Sánchez Sanamé, Irioldis Barrabia, Dariannis Guerra,Misael Pon, Noger Paumier, Ylder Columbie, Kepler Navarro.
Residentes de Caibarién salen a las calles en respuesta a los apagones.Las autoridades hicieron un operativo donde arrestaroncon violencia a varios manifestantes, pero fueron liberados a las pocas horas con multas.
Como cuenta cada una de las historias aquí narradas, las múltiples maneras en que las autoridades cubanas responden a los gritos de desesperación del pueblo apuntan a métodos represivos que buscan disolver el conflicto por la fuerza en vez de trabajar en la causa del malestar. La triada que componen la Policía Nacional Revolucionaria, la policía política (Seguridad del Estado) y el sistema judicial del régimen cubano es la principal ejecutores de esta estrategia.
La represión más frecuente registrada en esta investigación es la privación de libertad. De 253 formas de abuso identificadas, 73 consistieron en encarcelamiento y otras 24 en detenciones cortas en una estación de Policía (de menos de 72 horas y sin presentación de cargos).
Aquellos que toman las calles para protestar son quienes más sufren cárcel (84% de los llevados a prisión y 96% de los detenidos temporalmente en las estaciones) e igualmente quienes cargan con un mayor porcentaje de violencia física y no física, cuando las autoridades disuelven las manifestaciones por la fuerza.
Los hombres son llevados a prisión con mayor frecuencia, mientras que con las mujeres se utiliza recurrentemente la amenaza de perder la custodia de sus hijos si persisten en los reclamos. El 8 de abril de este año CubaNet compartió, incluso, el testimonio de una madre cuya niña mayor fue amenazada con perder sus derechos educativos. La mujer fue citada a una estación policial de su localidad en Santiago de Cuba por denunciar en redes sociales la miseria que afectaba su hogar. Como es madre soltera y no tenía con quién dejarlas, acudió con sus dos hijas y, mientras transcurría su interrogatorio, la Policía sacó a la niña mayor de la recepción del lugar y la llevó a un cuarto donde un oficial le aseguró que si su mamá seguía haciendo directas en Facebook, la iban a meter presa y a ella no le iban a permitir cursar una carrera universitaria.
Las maneras más frecuentes de impedir el uso de las redes sociales para hacer algún reclamo o compartir información son interrogatorios, citaciones policiales, cortes de internet, multas y decomisos de equipos.
Coincidiendo con nuestros hallazgos, el abogado Alain Espinoza, miembro de la oenegé de asesoría jurídica Cubalex (radicada en el exilio y dedicada a acompañar a presos políticos cubanos y sus familiares), comenta: “Cuando [las protestas] se producen en el espacio público, la represión tiene la misma intensidad, sin importar que el detonante sea abiertamente político o no. La respuesta gubernamental siempre es la violación y restricción del derecho a la manifestación pacífica, a través del uso indiscriminado de la fuerza y seguido del uso del derecho penal como método de castigo, para lograr un efecto inhibitorio en el resto de la sociedad”.
Respecto a la relativamente novedosa técnica de cortar el servicio de internet, ya sea a un ciudadano o incluso a todo el país cuando sucede una manifestación de grandes dimensiones, Espinoza apunta: “A partir del costo político que supuso la violencia extrema utilizada en las protestas del 11J, se han visto obligados a modificar sus patrones represivos, sobre todo para evitar la visibilidad. Ahora, la primera medida que adoptan es el corte total de las comunicaciones en los lugares donde se producen las protestas, para, de esa manera, restringir su alcance”.
Este elemento de la visibilidad, mencionado por el abogado de Cubalex, tiene además un correlato en el tratamiento de los sucesos que hace el aparato propagandístico estatal. Exceptuando aquellos que son multitudinarios y, por tanto, imposibles de esconder de la opinión pública, el Gobierno calla frente a las expresiones de disenso de la población. Por ejemplo, la toma de la carretera que protagonizó una decena de madres en Maisí, mencionada en este texto, no fue reportada en ningún medio estatal local ni, mucho menos, nacional.
La pocas veces que el régimen se pronuncia, lo usual es que lo haga a través de los medios estatales, aunque no es extraño que desacredite o maquille la verdad. Así lo hizo ante los sucesos de la Carretera del Morro, en Santiago de Cuba, donde la primera secretaria del Partido Comunista en esa provincia apareció en el canal de televisión local bajándole el tono a la protesta al asegurar que se había producido “un diálogo de mutua comprensión entre autoridades y manifestantes”. En los días siguientes, el Gobierno repartió en los barrios “complicados” tres libras de arroz y cuatro de azúcar por persona y algo de leche para los niños.
Un comportamiento similar ocurrió casi dos meses después de los levantamientos populares en Nuevitas (Camagüey), cuando el Noticiero de Televisión presentó un material producido por la Seguridad del Estado según el cual el hecho era un plan orquestado desde Miami por grupos de “extrema derecha”. Mientras, en el caso de Caimanera registrado en este reportaje, el gobierno municipal expidió una comunicación en la que sostuvo que todo se había tratado de un grupo de ciudadanos en estado de embriaguez que habían salido a perturbar la tranquilidad.
Por el lado del aparato judicial, las reacciones excesivas se amparan en la ambigüedad de la redacción del Código Penal cubano. Bajo el título de Delitos contra la Seguridad del Estado y Sedición, este agrupa una serie de figuras delictivas que incluyen “Actos contra la independencia o la integridad territorial del Estado”, “Promoción de acción armada contra Cuba”, “Ayuda al enemigo”, “Delitos contra el orden constitucional”, etc., cuyas sanciones pueden ir desde privación de libertad de 10 a 30 años, hasta cadena perpetua o, incluso, la pena de muerte.
Esas categorías pueden ser perfectamente aplicables a participantes de protestas por bienes básicos. De hecho, en los juicios a 14 manifestantes de las protestas de Nuevitas celebrados a finales de enero de este año, algunas de las sentencias ascendieron a 15 años de cárcel.
En el nuevo Código Penal, el asesinato es el único delito común que se compara en rigor punitivo con esas condenas. Mientras, por ejemplo, el tráfico de personas menores de edad solo se sanciona con de dos a cinco años, el tráfico de órganos y el secuestro con de cuatro a diez años, e incluso crímenes como la violación sexual a un menor de edad oscilan entre siete y 15 años.
A pesar de la represión y las penas desmesuradas, cada vez más cubanos no se dejan amedrentar. En uno de sus últimos audios vía WhatsApp, antes de ser llevado a prisión, Asdrúbal Kindelán respondió a las preguntas de por qué no se callaba y de si acaso no tenía miedo: “Claro que tengo miedo, esto es un gobierno asesino, que lo mismo te mete preso sin pruebas, que te inyecta algo en la cárcel o te inventa un accidente. ¡¡¡A este gobierno hay que temerle!!! Pero yo no me puedo callar. No me voy a callar. A mi hijo de 18 años lo tienen durmiendo en un colchón en el suelo de una celda por algo que no hizo. Ya los cubanos no aguantamos un abuso más”.
CRÉDITOS
Coordinación editorial: Claudia Padrón Cueto
Compilación de la información: Aneth Hernández
Textos e investigación: María Antonieta Colunga
Análisis de datos y visualizaciones: Data Crítica
Diseño gráfico y web: Cubanet
Acompañamiento editorial: Equipo CONNECTAS
© 2024 CubaNet Noticias | Aviso de Privacidad
La base de datos registra los incidentes vinculados a la violación del derecho a la libertad de expresión o la protesta pacífica en escenarios físicos y/o virtuales de personas que no pertenecen a grupos de oposición o activismo en Cuba.
Para ello, se tuvieron en cuenta las siguientes variables: hecho, fecha, lugar (provincia y municipio), motivo de la protesta, tipología de abuso de poder y sexo de la persona vinculada al hecho.
Las fuentes usadas para la recopilación de la información fueron, mayormente, bases de datos sobre protestas, manifestcaiones y/o violación del derecho a la libertad de expresión. Destacan las bases siguientes:
– Cronologías de protesta, de Justicia 11J. Disponible en: https://justicia11j.org/cronologia-de-protestas/
– 2024 – Personas actualmente detenidas en relación con protestas desde marzo, de Justicia 11J. Disponible en: https://justicia11j.org/personas-detenidas-marzo-2024/
– Cuba: derechos digitales en crisis (https://www.yucabyte.org/2023/07/12/derechos-digitales-56/)
– Base de datos proporcionada por Cubalex sobre hechos represivos
Asimismo, se revisaron notas vinculadas con el tema en medios de prensa independiente como Cubanet o Diario de Cuba.
Los datos que se recopilaron corresponden con hechos violatorios de la libertad de expresión que han tenido lugar desde julio de 2022 hasta la fecha.
Para este especial construimos una base de datos donde registramos 393 hechos delictivos (feminicidios, agresiones, robos, violaciones sexuales y asesinatos) ocurridos en 2023 en Cuba. Como fuente de información principal accedimos a los registros del equipo de monitoreo de Cubalex.
Los datos recopilados no pueden ser considerados como definitivos, pues representan apenas un subregistro, donde solo incluimos los hechos denunciados en redes, medios de prensa y que llegan a través de denuncias directas y que pudimos verificarlos con una segunda fuente o con víctimas de los mismos. Decidimos no incorporar a la base las publicaciones en Facebook proveniente de perfiles oficialistas, dedicados a promover la imagen de la policía, cuando estas denuncias no podían ser confirmadas de modo independiente.
Para analizar la data de los feminicidios nos basamos en las tipificaciones y registros que hacen organizaciones independientes como el Observatorio de Violencia de Género Alas Tensas (OGAT) y YoSíTeCreo en Cuba. Complementamos la información que teníamos sobre violencia y feminicidios con sus datos sobre cómo ocurrieron esas muertes: tipo de arma empleada, espacio donde ocurrió y relación con la víctima. Además, realizamos entrevistas a familiares de algunas víctimas para contar sus historias.
Esta investigación no pudo analizar data oficial por la opacidad del régimen en el manejo de este tipo de información, e inexistencia de un mecanismo de transparencia que nos permita acceder a cifras oficiales. Sin embargo, revisamos otras fuentes que presentan datos dispersos sobre violencia en Cuba, como los Anuarios Estadísticos del Ministerio de Salud, el sitio web global Homicide Monitor y el de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (UNODC).
Utilizamos también los escasos reportes que aparecen en la prensa oficialista, la información desactualizada que tiene el sitio de la Federación de Mujeres Cubana, Observatorio de Cuba sobre igualdad de género, los discursos que sobre criminalidad y violencia han ofrecido funcionarios públicos sobre criminalidad y violencia, y los programas especiales de la televisión