La salud de Yosvani Cordero Queralta, delegado del Movimiento Opositores por una Nueva República (MONR), se ha deteriorado gravemente tras contraer tuberculosis en la prisión de Valle Grande, en La Lisa, La Habana. A pesar de su estado crítico, las autoridades penitenciarias no le han proporcionado la atención médica necesaria.

Según denunció su esposa, Dayana Herrera Morales, también delegada del MONR, las autoridades permitieron que su condición empeorara antes de trasladarlo al hospital. Actualmente, Yosvani está internado en el Hospital Clínico Quirúrgico Docente Doctor Salvador Allende, conocido como “La Covadonga”, en El Cerro, pero solo recibe una pastilla de azitromicina al día y no cuenta con el tratamiento intravenoso con antibióticos que su caso requiere.
La falta de un tratamiento médico adecuado vulnera su derecho a la salud y constituye una violación de los estándares internacionales de derechos humanos para personas privadas de libertad. Las condiciones precarias en las prisiones cubanas —incluido el hacinamiento y la escasez de alimentos, medicamentos y atención médica— propician la propagación de enfermedades y ponen en grave riesgo la salud de los reclusos.
El pasado jueves 14 de noviembre, fue trasladado al Hospital Nacional de Reclusos, ubicado en el Combinado del Este, en La Habana. Sin embargo, en ese centro tampoco se le garantiza la atención médica que requiere ni cuentan con Rocephin, un medicamento esencial para tratar su delicado estado de salud. Su esposa denuncia que esta situación responde a su condición de opositor político, lo que agrava la violación a su derecho a la salud.
Este tipo de represalias contra opositores en prisión, como la negación de atención médica adecuada, no solo vulneran sus derechos fundamentales, sino que también incumplen los estándares internacionales de derechos humanos, que exigen el respeto a la dignidad y la protección de la salud de todas las personas privadas de libertad, independientemente de su condición política.