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Donosti Express
E
spaña no era un lugar fácil
para l as l ocomo t oras de
vapor porque las bielas y
las curvas se llevan mal, lo
que forzaba a que los hoga-
res (los kilovatios de ahora) fueran
anchos, ya que no podían ser lar-
gos. De ahí los 1,668 de nuestra vía
ancha y de ahí los problemas para
compaginar un país con un relie-
ve enrevesado y unas obras asumi-
bles; de ahí las limitaciones de la vía
métrica.
Por eso y por más cosas, los tre-
nes métricos tenían una clara voca-
ción rural, un porte modesto y sus
estaciones (mejor apeaderos), rara-
mente se alejaban más de una milla
de las contiguas.
Todos los niños de los años cin-
cuenta sabían lo que era una milla y
que cuatro suponían una legua.
Aquellas vías tortuosas y aqué-
llos trenes de madera y acero habían
nacido para ser tirados por el vapor.
El vapor era“autóctono”, porque lo-
cal era el agua y también el carbón
y la madera con que se atizaba su
La última veintena de años del siglo XIX y más de la mitad del XX, se empleó en países de nuestro rango y en
muchas de sus colonias en comenzar a construir (y a veces incluso a terminar) preciosos ferrocarriles llamados
“métricos”, que se ajustaban de forma increíble al terreno y que –solo– cuando no podían más, pedían una
trinchera, un retorcido túnel o un puente; eso si, el puente, recto, sin curva. En este artículo, se retrocede en el
tiempo, ahondando en la historia del ferrocarril en general, y del Donosti Express, en particular.
Javier Goitia Blanco
Ingeniero Técnico Obras Públicas
pág 6
/ mayo-agosto 2012
Cimbra
Donosti Express
El ferrocarril recuperado
Figura 1
Solo sé que aquéllos hombres de buzo y boina no eran
nativos.
Isabelita casi nunca dormía en Bermeo; de noche
éramos huérfanos de tren